Cultura
Ver día anteriorDomingo 16 de enero de 2022Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
Rogelio Cuéllar nutre con su obra fotográfica gran parte de la muestra Vasos comunicantes

Exposición en torno a Carlos Monsiváis y Juan García Ponce que aloja el Museo del Estanquillo

Foto
Hombre recostado, 1985, pintura de Joy Laville que forma parte de la exposición.Foto cortesía del Museo del Estanquillo
 
Periódico La Jornada
Domingo 16 de enero de 2022, p. 4

La mayoría de las imágenes incluidas en Carlos Monsiváis y Juan García Ponce: Vasos comunicantes en el arte y la literatura, exposición de más de 230 piezas en el Museo del Estanquillo. Colecciones Carlos Monsiváis, recinto de la Secretaría de Cultura capitalina, fueron facilitadas por el fotógrafo Rogelio Cuéllar (Ciudad de México, 1950), quien desde 1969, a la edad de 19 años, se dedicó a retratar a un sinnúmero de escritores y artistas en diferentes momentos de su vida.

También incluye piezas artísticas, gráficas, audiovisuales, literarias y periodísticas, entre ellas la obra de Joy Laville.

Rogelio Cuéllar entró a trabajar a Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dirigido entonces por Gastón García Cantú: El universo se me abrió cuando entré a trabajar a Difusión Cultural, porque empecé a hacer fotografías del teatro universitario, de danza, de la Orquesta Filarmónica.

Le atrajeron los escritores y los artistas porque quería ser pintor, entre otras cosas. Por la tarde asistía como oyente a clases en la Escuela Nacional de Artes Plásticas. “Entre las artes plásticas y la literatura hay una relación muy estrecha. Cuando vi el libro Nueve pintores mexicanos, de Juan García Ponce, en 1980, que contiene retratos de cada uno tomados por Héctor García, dije: ‘quiero hacer esto, quiero conocer a estos pintores’, y lo hice. Conocí a ocho de ellos, porque Lilia Carrillo ya había fallecido”.

A partir de trabajar con figuras como Alberto Gironella, Gilberto Aceves Navarro, Roger von Gunten y Francisco Corzas, Cuéllar comenzó a establecer relaciones de amistad muy estrechas. Luego, el contacto con la generación de la Ruptura me llevó a los que lo siguieron: mis contemporáneos, los que nacieron en la década de 1950.

En 1983 realizó una gran exposición en el Museo de Arte Carrillo Gil, Sin motivo aparente, todo un desafío, porque “me dediqué a fotografiar a toda esta generación: Jazzamoart, los hermanos Castro Leñero, Gabriel Macotela, Irma Palacios e Ilse Gradwohl. Una parte de mi trabajo fotográfico es darle continuidad; los visito periódicamente en sus diferentes estudios”.

Cuéllar mantuvo una amistad muy cercana con el escritor Juan García Ponce (1932-2003): “Cuando entré a estudiar al Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, en 1973, uno de los primeros ensayos de cine en súper 8 se titulaba La noche nosotros mismos, basado en un libro de cuentos de Juan, Imagen primera.

Posteriormente, Macotela me invitó a cenar con Juan y esas cenas se repitieron durante varios años, unas dos o tres veces por mes. Algunas veces invitaba a algún pintor o pintora a que le mostrara su obra. Juan ya estaba en silla de ruedas por su esclerosis múltiple; entonces, de alguna manera le llevábamos la obra a su casa en Coyoacán. Para esa generación, los textos de Juan, Jorge Alberto Manrique y Teresa del Conde constituyeron la proyección nacional e internacional de estos artistas. También le tomaba fotos a su hermano, el pintor Fernando García Ponce.

Carlos Monsiváis (1938-2010) era el ajonjolí de todos los moles. Estaba en todas las conferencias sobre el 68 o Herbert Marcuse o Norman Mailer, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, así como en las inauguraciones de las exposiciones en la Zona Rosa, a las que todos iban. En un mismo día se podía visitar tres o cuatro aperturas, en las galerías Juan Martín, Misrachi, Arvil, El Círculo y Pecanins. Una estaba en frente de la otra, entonces de un cóctel se pasaba a otro. Era visitar a los amigos, a la familia de literatura y artes plásticas. Monsiváis era el cronista emblemático.

Para Cuéllar, fue un privilegio convivir y fotografiar a “esta vida cultural de este México. Ahora han hecho el corredor de la Roma o de la San Miguel Chapultepec; es decir, se ha separado y polarizado. Se trata de revivir el ambiente de antes; sin embargo, es imposible, porque la ciudad ha crecido mucho y ahora con la pandemia... luego las inauguraciones son virtuales.

Gracias a una investigación coordinada por Juan Carlos Oliver, Cuéllar sabe que tiene 70 mil negativos de escritores, 10 mil de los cuales han sido digitalizados. De los artistas debo tener el doble o triple, porque les doy más seguimiento. Mucho del material se puede consultar en www.rogeliocuellar.mx.