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Libros, un bien de lujo en Turquía

La depreciación de la moneda golpea al sector editorial del país, a punto de tocar fondo

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▲ Las editoriales se han vuelto un bastión de resistencia en Turquía, donde la prensa habla a una misma voz y las universidades han sido reducidas o silenciadas, señaló el director de Aras de Estambul.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Miércoles 5 de enero de 2022, p. 6

Estambul. Gulfer Ulas está desesperada. Con la depreciación de la moneda turca, la doctoranda sufre para comprar los textos que necesita para su tesis, y más aún las novelas que adora. En su país, los libros se han vuelto un lujo.

El sector editorial, dependiente de la importación de papel, se vio golpeado por la crisis monetaria, con el riesgo de hacer callar las voces disonantes que quedan en el país.

La lira ha perdido un cuarto de su valor frente al dólar en el último año y la inflación anual superó 21 por ciento, lo que asestó un duro golpe al poder de compra de los turcos más modestos.

El precio de los libros explotó. Yo estudio relaciones internacionales y gasto más de mil liras (97.5 dólares) por mes en libros, contó Ulas en una librería del centro de Estambul. El monto equivale a un tercio del salario mínimo turco.

“Leer novelas es una de mis pasio-nes, agregó la treintañera, con una obra del alemán Thomas Mann en la mano. Pero este entretenimiento tiene un costo exorbitante: “la primera edición de este libro costaba 33 liras, ahora está en cerca de 70.

Antes me gustaba comprar varios ejemplares de los libros para regalarle a mis amigos, pero ahora es muy caro, lamentó por su parte Ibrahim Ozcay. Ellos dicen que es por la escasez de papel. No me sorprende, en Turquía todo es importado.

En el transcurso de un año, el precio del papel pasó de 700-800 dólares a mil 500 dólares por tonelada, un aumento que repercutió en las librerías, explicó Haluk Hepkon, propietario de la editora Kirmizi Kedi.

Imagine que usted publica un libro que cuesta 30 liras. Si se vende bien y es reeditado una semana después, el precio subirá a 35, y sólo Dios sabe cuánto costará después de una tercera o cuarta reimpresión, agregó el editor.

Al final, la gente se verá obligada a concentrarse en lo esencial y olvidará los libros, teme Hepkon, quien cree que el sector editorial está en riesgo de tocar fondo, en un país donde las ventas de libros son tradicionalmente bajas.

Otra consecuencia posible es que las empresas en dificultades financieras opten por publicar menos.

Algunas editoras ya se disculparon con sus lectores por no haber publicado ciertas obras recientes a causa de los altos costos.

Turquía importa unos 3 mil millones de dólares anuales en papel, según un estudio de 2018 de la Cámara de Comercio de Estambul.

El precio de la pulpa de papel aumentó en todo el mundo, pero la situación es especialmente difícil en Turquía tras la privatización y desmantelamiento del principal grupo papelero del país en 2000, afirmó Kenan Kocaturk, presidente de la Asociación de Editores Turcos.

Para él, “Turquía está pagando el precio de no haber visto el papel como un bien estratégico.

Las papelerías turcas fueron vendidas y sólo dos de ellas continúan produciendo. De las otras, las máquinas fueron cedidas a precio de chatarra y los terrenos comercializados, reclamó Kocaturk.

La crisis del libro toca a todos los sectores. Lamentablemente, Turquía dejó hace muchos años de producir materias primas y bienes intermedios, explicó el economista Murat Sagman.

Para Rober Koptas, de la editorial Aras de Estambul, el sector librero va a sufrir aún más cuando por la crisis algunos turcos tengan dificultades para tener su comida diaria.

Muchas editoras detuvieron o redujeron la impresión de textos... La gente que trabaja en el sector, obreros, tipografistas, oficinistas, editores o traductores van a padecer las consecuencias financieras.

Según Koptas, quienes se mantienen en esta industria forman parte de un bastión de resistencia política en Turquía, donde “la casi totalidad de la prensa habla a una misma voz y donde las universidades han sido reducidas o silenciadas.

Cada editora le da voz a la diversidad intelectual del país, insistió Koptas, quien teme que su debilitamiento acentúe el decli-ve cultural.

Para Haluk Hepkon, el sector cultural es tan importante como la alimentación. Se necesita educar a la gente para que pueda resolver sus problemas económicos.