a primera característica de 2021 en Brasil fue la reversión de la expectativa optimista de reactivación económica y de proyección favorable para 2022. A lo largo del año, por el contrario, la recesión económica se consolidó, al punto que el BC tuvo que elevar sustancialmente las tasas de interés.
El desempleo se mantuvo en los altos niveles del año anterior, pero lo que aumentó mucho fue el número de trabajadores precarios. Hoy podemos decir que la gran mayoría de brasileños que obtienen algún tipo de ingreso no lo hacen con contrato formal. Es decir, sin garantía de continuidad laboral, sin vacaciones, sin baja por maternidad y con todas las garantías del trabajo formal, incluida ninguna compensación por perder su trabajo.
Con esta evolución, la previsión para 2022, por tanto para el escenario de campaña electoral, es la continuación de la recesión y el paro. Un escenario muy desfavorable para el gobierno.
La segunda característica de 2021 fue la reversión de la imagen del gobierno y Bolsonaro, que colapsó. Llegaron a fin de año con un nivel de aprobación muy bajo y una tasa de rechazo de 60 por ciento o más, según la encuesta.
En tercer lugar, fracasaron los intentos de proyectar algún llamado candidato de la tercera vía. Ciro Gomes no sólo no logró aumentar sus índices de audiencia en las encuestas, sino que cayeron a la mitad, colocándolo en el medio del montón de nombres de la tercera vía.
La mayor noticia podría ser el lanzamiento de Sergio Moro como candidato a la presidencia de la república. Atado a la lucha contra la corrupción y a la imagen que tenía, Moro no se dio cuenta de todo lo que había cambiado en Brasil: el desgaste de la lucha contra la corrupción, en cuanto a Lava Jato y la imagen negativa después de Vaza Jato. Al contrario de lo que proyectaron los medios, sus índices de apoyo se mantuvieron bajos.
Lula, por su parte, ha tenido un año muy positivo. Sin lanzarse como candidato, sin tener espacio en los medios, su imagen terminó siendo completamente invertida en relación a la que los medios habían proyectado en años anteriores.
Lula circuló por todo el país, con un discurso articulado, que fue del noreste al sur del país. Posteriormente, realizó un viaje a Europa, donde fue recibido como jefe de Estado. Viajó a Argentina, consolidando su imagen como el más grande líder político latinoamericano.
Entre las actividades dentro de Brasil, la comunicación masiva que Lula tuvo con la juventud, con una audiencia de miles de personas, fue la más llamativa.
Poco a poco, a medida que la imagen de Bolsonaro se desvanecía y Moro no se afirmaba, los propios medios comenzaron a dar la imagen de Lula y algunas palabras suyas. Sus contactos con Geraldo Alckmin ocuparon gran parte del espacio político, obligando a los medios a dar a conocer y comentar el hecho político de la articulación de Lula para construir su candidatura.
A finales de año, para coronar la proyección de su imagen, Lula empezó a aparecer en las urnas como probable ganador en la primera vuelta, con preferencias en torno a 48 por ciento en la primera vuelta y a 40 por ciento en la encuesta espontánea.
El año 2021 termina así: con el protagonismo de Lula como la gran presencia política nacional, con la erosión de la imagen de Bolsonaro y con el fracaso de los precandidatos de tercera vía, incluido Moro. 2022 se proyecta así como un año de consolidación del favoritismo de Lula para ser elegido en primera vuelta en las elecciones de octubre en Brasil.