Lunes 13 de septiembre de 2021, p. 26
Madrid. Carlos Fernández, desde su pequeña taquería en el centro de Madrid, reconoce un tanto abatido que no hay otra opción, el precio de la electricidad nos va a obligar a subir los precios o cerrar
. Es el dilema con el que viven desde hace unos meses la mayoría de los comercios, la industria y los trabajadores autónomos en España, donde el precio de la electricidad se ha disparado más de 240 por ciento con relación al año pasado y en lo va del mes se han alcanzado tarifas históricas, por encima de los 140 euros por megavatio hora de media. Las alarmas se han disparado como nunca antes, no sólo por el temor a que cierren más negocios, sino también y sobre todo a que crezca aún más la pobreza energética.
Mientras, desde todos los sectores de la economía y el tejido productivo, se mira al gobierno español, presidido por el socialista Pedro Sánchez, para que haga algo, que actúe como en otros países, como Francia y Alemania, que han logrado mitigar el aumento descontrolado de la electricidad por la especulación en el mercado mayorista y el alto costo del gas.
Carmen Quispe es una migrante boliviana que trabaja en el servicio doméstico. Llegó a España hace diez años y explicó que nunca hasta ahora he tenido tantos problemas para conseguir más casas que limpiar o simplemente mantener las que ya tengo
. El problema radica, según señaló, en que ahora todo el mundo me pide ir a la misma hora a limpiar sus casas, o sea cuando la luz es más barata, pero claro, no puedo ir a todas las casas de ocho a diez de la mañana o de diez a doce de la noche. Así que he perdido algunos trabajos
.
Quispe tiene un problema similar al del restaurantero Fernández, sobre todo porque ahora su metodo de subsistencia está de nuevo en riesgo, después de haber superado con muchas vicisitudes los meses de la pandemia, ahora por el precio de la electricidad, que me ha hecho pagar una factura que duplica a la anterior y si esto sigue así no habrá de otra, o subimos precios o nos vamos al carajo
. Y recuerda que un restaurante, por muy pequeño que sea, tiene que tener una eficiente refrigeración permanente, se tiene que usar constantemente el lavavajillas, las freidoras, el aire acondicionado en los meses de verano y la calefacción durante el invierno, además de los extractores y los ventiladores, que todo eso funciona con energía eléctrica. La diferencia entre la factura anterior con la vigente, según explicó Fernández, es de más del doble: si en la anterior pagó 800 euros (19 mil 200 pesos) por dos meses, en este calcula que le llegará de dos mil euros (48 mil pesos).
El secretario general de la patronal Hostelería de España, Emilio Gallego, explicó que la energía representa entre 8 y 10 por ciento de los costos de los negocios, por lo que creemos que esta subida de la luz va a incrementar los llamados gastos fijos un mínimo de 4 por ciento. Y eso nos pone en una situación complicada, ya que muchas empresas están aún funcionando en unos umbrales de facturación muy por debajo de lo que era habitual
.
Desde la Asociación de Autónomos (ATA), su presidente Lorenzo Amor también expresó su máxima preocupación ante la situación de muchos autónomos, que, como Quispe o Fernández, tienen trabajos sencillos o empresas pequeñas y que por tanto son más vulnerables a este tipo de vaivenes en los precios. El precio que está alcanzando la luz es un auténtico escándalo y un lastre para muchos autónomos y para muchas pequeñas empresas que en estos momentos están viendo un coste añadido en su producción. De media, los autónomos pagaron 35 por ciento más en julio por los costes energéticos, pero en agosto los recibos se van a disparar aún más
.
Precisamente agosto ha sido hasta ahora el mes más caro en la tarifa de electricidad de la historia, que previsiblemente será superado con creces por septiembre, que en sólo diez días ha registrado cuatro precios de récord y lleva la media acumulada más alta de la historia.
El encarecimiento de la electricidad, unido al aumento generalizado del gasto energético, también se está dejando sentir con fuerza en el sector industrial. Según el Instituto Nacional de Estadística el incremento de la electricidad y del resto de carburantes se traduce en aumentos en los costos de producción, transporte y distribución de las empresas y, al mismo tiempo, las hace menos competitivas. Y que puede acarrear, como se ha barajado en algunos sectores, el traslado de empresas hacia países más baratos.