Cabo Haitiano. El funeral del asesinado presidente Jovenel Moïse se llevó a cabo en una custodiada ceremonia en esta ciudad, donde se desataron hechos violentos que ilustran la inestabilidad del país.

La delegación estadunidense enviada a Haití para asistir al funeral y dignatarios de la Organización de Naciones Unidas (ONU) debieron salir apresuradamente cuando se escucharon disparos cerca del acto, al que guardias respondieron con gases lacrimógenos, dijeron fuentes de la Casa Blanca y medios de prensa locales.

Los actos solemnes se desarrollaban en la ciudad de Cabo Haitiano, en el Departamento del Norte de Haití. Moïse, asesinado el 7 de julio a los 53 años por un comando armado en su domicilio de la capital, Puerto Príncipe, era originario de la región vecina a la de su lugar de entierro.

Agentes de policía estaban desplegados en todas las calles, pero no impidieron, como la víspera, un estallido de episodios violentos. Incluso desde dentro del recinto donde se llevaba a cabo el funeral se escucharon disparos, que forzaron la salida apresurada de algunos participantes en medio de una nube de gases lacrimógenos lanzados por la policía.

La viuda del presidente, Martine, quien resultó gravemente herida en el ataque nocturno, estaba presente en Cabo Haitiano, con el brazo en cabestrillo tras ser atendida en un hospital en Florida, Estados Unidos.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, envió una delegación de alto nivel al funeral, incluida su embajadora ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, y su nuevo enviado especial para Haití, Daniel Foote. La delegación presidencial está a salvo y completa después del tiroteo reportado durante el funeral. Están todos de regreso a Estados Unidos, indicó Jen Psaki, portavoz de la Casa Blanca.

Presente en Cabo Haitiano, el director general de la policía nacional, Léon Charles, fue abucheado el jueves cuando supervisaba el operativo de seguridad de los funerales. Los haitianos le reprochan que no haya sido capaz de proteger al presidente Moïse, cuya muerte reavivó las tensiones históricas entre el norte de Haití y el oeste, donde está la capital, Puerto Príncipe.

Esos problemas se derivan en parte de divisiones raciales que se remontan al colonialismo francés entre los negros del norte, descendientes de esclavos, y los haitianos de piel más clara que viven en el sur y el oeste.

Algunos residentes levantaron barricadas en las carreteras que conducen a Cabo Haitiano para evitar que la gente de Puerto Príncipe asistiera al funeral.

Ariel Henry, el nuevo primer ministro, quien asumió el cargo el martes, prometió llevar ante la justicia a los asesinos y restablecer el orden para organizar las elecciones.

Haití actualmente no tiene un parlamento en funcionamiento y cuenta sólo con un puñado de senadores electos. El gobierno interino no tiene presidente.