La importancia de llamarse Helguera // Su gran legado y la vigencia de las ideas // Tres años de gobierno y relevos esperados
Para Alma, con cariño y respeto.
ola: no tengo el gusto de conocerlos personalmente, aunque sé de ustedes desde hace muchos años. Quise dejar pasar algunos días para sobar con el ungüento del tiempo el dolor de la ausencia de su padre, aunque sé de cierto que el tiempo no es milagroso ni todo lo cura.
No voy a redundar en lo ya dicho sobre Toño, aunque busco poner énfasis en el ahora, en el ustedes, que son de todas formas el siguiente eslabón de una historia en la que Helguera combatió, desde el papel sí, pero también en largas caminatas de protesta, en las charlas de café, en las calles o en los espacios prestados desde donde se pudiera difundir la idea de luchar para conseguir justicia en todos los órdenes para heredar a ustedes y a nosotros un mejor país.
Llamarse Helguera, Mariana y Pedro Antonio, es desde ya un llamado a seguir en la brega para alcanzar el ideal que no se ha ido, que permanece intacto porque ustedes viven, porque hay buena semilla en inmejorable tierra, porque en este caso la herencia es compromiso ineludible.
Toño nos hizo el favor de vivir –nunca lo suficiente– y apisonó, junto con otros, el camino para transitar sin tanto tropiezo hacia un mejor horizonte y para que los que seguimos en el querido oficio del periodismo no nos perdamos en el sendero de la falsedad.
Con tinta y paciencia mostró, entonces, el camino que ustedes tendrán que recorrer, siempre con el orgullo de llamarse Helguera, por más que no sea fácil cargar con la enorme responsabilidad de lo que eso significa.
Buen luchador, su padre no se ha dejado vencer y ha roto el muro de la muerte para seguir aquí entre nosotros, con ustedes, tripulando el pensamiento de los que tenemos colgados en la memoria al Calderón enano, al Fox enloquecido o a los priístas ambiciosos, porque cuando alguien se pregunte dónde está Toño Helguera tendremos que señalar hacia nuestra conciencia para indicar que está vigente.
Por todo esto, Mariana y Pedro Antonio, he querido escribirles y señalarles la importancia de llamarse Helguera, que es sinónimo de la lucha continua, de la derrota desconocida y con estas letras impresas, con la misma tinta de aquellos cartones inolvidables, los abrazo con cariño solidario.
De pasadita
La celebración del triunfo de la voluntad ciudadana hace tres años llevará también a, cuando menos, un par de cambios en el gabinete del gobierno federal y, como ya hemos dicho, lo mismo pasará en la administración de esta capital.
De esto último ya hemos platicado, pero en el ámbito federal las enmiendas serán significativas. El tan anunciado relevo en la Secretaría de Gobernación, o lo que de ella queda, parece que ahora sí va en serio.
Un funcionario que ya estuvo dentro de la dependencia y fue destinado a cubrir otros espacios por necesidades urgentes, podría regresar con la madurez suficiente para retomar el trabajo pendiente.
Algunos planes muy estudiados parece que ya no podrán efectuarse. Imprevistos que frustraron otros cambios han frenado los reacomodos, pero eso borra la necesidad de ajustar al equipo de gobierno.
Parece que ha resultado fácil conseguir remplazos, también se secó al talento, se le adormeció, deberíamos decir. De lo que se trata hoy es de despertarlo para que se emplee en las nuevas tareas del gobierno que no son fáciles. Ya veremos.