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Irma Eréndira Sandoval
L

a cultura política autoritaria y patriarcal que predomina en la mayor parte de los medios de comunicación ha sobredimensionado los gestos de Andrés Manuel López Obrador y silenciado las emotivas palabras de Irma Eréndira Sandoval durante su encuentro en Palacio Nacional el pasado lunes (véase: https://bit.ly/3xQkOye). Se han lanzado una infinidad de especulaciones fantasiosas respecto de los verdaderos motivos para la separación de la secretaria de la Función Pública.

Como si estuviéramos todavía en los tiempos del viejo PRI, las gradas de la opinión pública se han levantado al unísono para celebrar la decisión del Presidente de castigar a Sandoval por su supuesta traición, protagonismo y ambición. Diversos caricaturistas incluso han reproducido imágenes denigrantes y sexistas avalando una supuesta expulsión de la secretaria literalmente a punta del pie presidencial.

La imagen del monero Rapé fue particularmente simbólica. Eligió retratar a Sandoval con maquillaje en exceso y en proceso de arreglarse frente un espejo junto a un cuadro de Fidel Velázquez enmarcado con su clásico refrán: El que se mueve no sale en la foto. ¿Qué no te la sabes?, la regaña el más fiel representante de los dinosaurios del viejo régimen a la joven e idealista secretaria de Estado.

Queda meridianamente claro el mensaje. El supuesto pecado de Sandoval fue tener la ingenuidad y la osadía de no solamente hacer bien su trabajo, sino de también cacarear el huevo, de emitir boletines y dar entrevistas a la prensa presumiendo sus históricos logros que revivieron por completo a una secretaría que había sido pisoteada, marginada y hasta desaparecida durante las administraciones pasadas.

Y los logros son muchos. La férrea convicción y lealtad de Sandoval logró vencer las resistencias burocráticas a las históricas decisiones de López Obrador de acabar con los gastos superfluos y los fideicomisos corruptos, así como de hacer públicas las declaraciones patrimoniales y los salarios de los servidores públicos. La gran valentía de Sandoval puso un alto a la tradicional impunidad en materia administrativa con miles de contundentes sanciones para Emilio Lozoya y otros altos funcionarios de Pemex, Rosario Robles, Alfredo Castillo y Luis Videgaray, entre otros, así como para importantes empresas de la rama farmacéutica, automovilística y de la construcción. Y con gran visión, Sandoval creó un innovador Sistema de alteradores internos y externos y un Padrón de integridad empresarial reconocidos internacionalmente por involucrar a la ciudadanía y el sector privado en la denuncia de corrupción.

Pero, de acuerdo con los cánones todavía vigentes de la política nacional, las mujeres, y sobre todo una mujer joven, morena, guerrerense, del sur y con una larga trayectoria de lucha desde abajo y a la izquierda, deben ser sumisas. Sólo los hombres cercanos al poder mediático tienen el derecho a destacarse y sus grotescos pavoneos diarios no sólo son tolerados, sino aplaudidos de pie.

Ahora bien, es totalmente falso que Sandoval hubiera cometido alguna irregularidad en el proceso electoral de Guerrero. A pesar del evidente fraude cometido por la dirigencia de Morena contra su hermano, Pablo Amílcar, y la abierta violación de los estatutos del partido para imponer a un candidato indeseable (véase: https://bit.ly/3dgR6L6), Sandoval siempre guardó absoluto decoro y jamás se metió a la contienda.

Es simplemente absurdo imaginar que los más férreos opositores a la 4T y agresivos detractores de Sandoval, en particular, como Carlos Loret, Patricia Olamendi o los consejeros Ciro Murayama y Carla Humphrey, hayan actuado por consigna de ella para tumbar la candidatura de Félix Salgado. Y es aún más problemático imaginar que López Obrador hubiera despedido a una de sus funcionarias más leales y profesionales por una grilla relacionada con Morena, cuando el Presidente ha reiterado una y otra vez que él no tiene nada que ver con lo que acontece en el partido.

Los que conocen en verdad a López Obrador saben que valora profundamente el trabajo de Sandoval. Fue muy importante su colaboración y cumplió cabalmente, expresó el Presidente frente a la secretaria saliente. No tengo más que palabras de agradecimiento y me voy muy satisfecha con haber contribuido a poner un punto final a la corrupción, le respondió ­Sandoval.

El Presidente le había ofrecido una amplia gama de cargos alternativos, desde embajadora hasta diputada federal o miembro de la junta de gobierno de un organismo autónomo. Ella rechazó estas generosas ofertas bajo el principio de que jamás ha buscado puestos, sino sólo servir a la patria desde sus conocimientos y trayectoria profesional.

La seriedad de López Obrador el lunes pasado no fue entonces signo de coraje frente a una traidora, sino de profundo respeto a la dignidad, la independencia y la fortaleza de una mujer de lucha, tal y como el mismo Presidente la definió al inicio de su intervención. Y son precisamente estas características las que le garantizarán a Sandoval un futuro luminoso en sus próximas responsabilidades públicas.

Antonio Helguera, artista impecable, luchador incansable y amigo entrañable, in memoriam.

www.johnackerman.mx