El modelo generó avances en el acceso a derechos para las mujeres, destaca Oralia López Pérez
Sábado 12 de junio de 2021, p. 3
Las normales rurales fueron un espacio de coeducación para mujeres y hombres desde la segunda década del siglo XX, lo que abrió el camino a la escuela rural como una herramienta de equidad y justicia, afirmó Oralia López Pérez, experta en educación y género del Colegio de San Luis Potosí.
En el seminario Centenario de las Normales Rurales. Proceso, miradas y latitudes (1922-2022), señaló que ese modelo educativo generó avances en el acceso a derechos fundamentales para las mujeres, pero también, alertó, hubo retrocesos como el limite de 30 por ciento de su matrícula para futuras maestras o la falta de espacios de liderazgo
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Al dictar la conferencia Las normales rurales mexicanas: aportes, resistencias y desafíos desde la mirada de género
, destacó que uno de los grandes aportes de México al mundo fue el modelo de escuelas normales rurales que surgen con una nueva perspectiva de género, pues aplican la educación mixta, donde aparece la mujer con el mismo derecho que el hombre para acceder al conocimiento.
Destacó que tras el triunfo de la Revolución Mexicana surge una nueva propuesta educativa, que busca un diálogo de saberes, del maestro con el campesino y su comunidad. La escuela rural se veía como un instrumento y no como un fin en sí misma, era sobre todo una herramientra de justicia y equidad, porque por primera vez se incluía a uno de los sectores más desproteguidos que era la mujer campesina e indígena
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Agregó que la presencia de la mujer en las escuelas normales rurales tiene diferentes etapas, pues a partir de las reformas educativas de 1942, 1969 y 1993 se generó una reproducción regresiva en cuestiones de asignación de roles con base en el sexo, con mayor coacción, exclusión y vigilancia de las mujeres
, a quienes incluso en las comunidades se les rechazaba por acudir a escuelas mixtas.
López Pérez expuso que si bien las mujeres que ingresan a las normales rurales alcanzan importantes conquistas, como acceder a la educación y a una profesión como la docencia, su participación política crece gradualmente, pero apadrinada y subordinada a los dirigentes hombres. Sólo si aceptaban está dominación podían ser protegidas e incorporadas a las reuniones de la Federación de Estudiantes Campesinos Sociales de México
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