l renovado ataque de la prensa financiera internacional contra el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en vísperas de las elecciones del domingo 6 de junio nos recuerda que el gobierno actual es uno de los principales opositores a la hegemonía política global de las empresas trasnacionales y el capital financiero.
La permanente guerra jurídica del grupo mayoritario de los consejeros electorales del Instituto Nacional Electoral contra la Presidencia de la República y el partido Morena, confirma todos los días que el avance de la Cuarta Transformación pone en riesgo el esquema de simulación democrática e hipocresía institucionalizada de la supuesta transición democrática
conducida por el PRI y el PAN durante los primeros años del siglo XXI.
Las mentiras y las calumnias constantes lanzadas por la unión de los partidos del viejo régimen, bajo la tutela de la oligarquía nacional representada por Claudio X. González, demuestran que el gobierno de López Obrador se ha mantenido firme en su compromiso de acabar con los privilegios de las élites y orientar el gasto público hacia las necesidades de los menos favorecidos.
El neoliberalismo no se reduce a la aplicación de un paquete de políticas económicas promercado
fabricadas en la Universidad de Chicago, sino que es un esquema integral de subordinación del interés público a los intereses privados. El neoliberalismo implica la corrupción estructural de todo el aparato estatal al someterse a los dictados de la oligarquía nacional y el capital financiero internacional. El neoliberalismo significa el avasallamiento de los procesos democráticos y la soberanía nacional al dejar las políticas públicas en manos de tecnócratas al servicio de la banca privada y de las agencias calificadoras.
El neoliberalismo implica fomentar los valores del individualismo, la competencia, el consumismo, el machismo, el racismo y el malinchismo. El proyecto cultural del neoliberalismo busca sembrar el miedo y el divisionismo social con el fin de destruir los tejidos comunitarios y las tradiciones democráticas que son caldos de cultivo para la conciencia crítica y la resistencia popular.
En 2018, el pueblo mexicano se levantó contra la hidra del neoliberalismo con su voto contundente en favor de López Obrador. Con esta gesta histórica, 30 millones de personas logramos descabezar al monstruo de la simulación democrática, el neoliberalismo autoritario y la sumisión neocolonial que nos había malgobernado por tantas décadas.
Este 6 de junio, tenemos la oportunidad de enterrar de una vez para siempre a esta bestia de la desigualdad y la corrupción. Si Morena logra conquistar dos terceras partes de la Cámara de Diputados y una docena de gubernaturas, se afianzará de manera definitiva la Cuarta Transformación. De lo contrario, estaremos empoderando a los viejos partidos del privilegio y el statu quo para bloquear y obstaculizar los proyectos de López Obrador.
Mienten quienes defienden el voto útil
contra Morena supuestamente con el fin de fomentar la pluralidad
política. Si PRI, PAN y PRD en realidad defendieran la pluralidad, cada uno de estos partidos competiría de manera separada y defendería una plataforma política propia con propuestas claras y robustas. Pero en lugar de apostar al florecimiento de una diversidad de diferentes enfoques e ideas, estos tres partidos han decidido desaparecer por completo sus distintas ideologías y trayectorias históricas para unirse en un vil cartel de intereses con el fin de disputar el poder a López Obrador.
Las campañas estrictamente negativas y de guerra sucia del Prianrd evidencian a estos institutos políticos como partidos llenos de odio y de resentimiento. Lo suyo es la disputa por los cargos y el presupuesto, no el debate sobre las grandes problemáticas nacionales.
De manera paradójica, la verdadera pluralidad democrática es la que se manifiesta dentro de Morena. En ese partido cohabitan posiciones socialistas y liberales, nacionalistas y globalistas, urbanas y agrarias, populares y burgueses, estudiantiles y sindicales, feministas y antirracistas; todas unidas por una voluntad común de finalmente enterrar lo viejo y construir algo verdaderamente nuevo, entre todos.
Un voto por Morena es, entonces, un voto contra el sistema neoliberal y una apuesta por un futuro verdaderamente incluyente, plural y democrático.