De descolonización mental
escolonizarse mentalmente y, en consecuencia, culturalmente, implica cuestionar los paradigmas construidos en realidades diferentes a la que nos rodea.
Como sabe el lector, un paradigma es un modelo de conocimiento (y prácticas asociadas) que ha sido aceptado por una comunidad científica y se le emplea como ejemplo
a seguir; incluye un cuerpo de ideas y los métodos que deben adoptar los individuos en sus comportamientos para corresponder al arquetipo deseado; pensamientos, opiniones, creencias, puntos de vista asumidos como verdaderos y compartidos colectivamente. Lo curioso es que 15 generaciones de mexicanos emancipados no hemos podido construir, o más bien reconstruir, el paradigma de nuestra realidad natural y material, porque seguimos naciendo y existiendo según el paradigma de los españoles, que conquistaron y colonizaron este territorio, destruyendo lo construido materialmente por los pueblos mesoamericanos y diluyendo su espiritualidad en representaciones religiosas impuestas, y no queremos aceptar que nuestra terca naturaleza sigue rodeándonos, distinta a la de Europa...
Pero expliquémonos. Acostumbrados, los castellanos, a las mesetas áridas de su península, desecaron los lagos para construir pesados edificios que siguen hundiéndose cinco siglos después de instaladas sus fundaciones en el lodo. ¿Por qué en el siglo XXI los mexicanos seguimos construyendo sobre el piso móvil, y desecamos o entubamos las ríadas que descienden por las vertientes del cerco de montañas del valle de México y escarbamos cada vez más profundo para entubar el agua y mandarla, muy contaminada, al mar? ¿Será que nos sentimos más civilizados si los imitamos?
Del mismo modo, si nuestras tierras de hoy fueron colonizadas por pueblos de los trigos, olivos y vides, hortalizas y ganado bovino, ovino y porcino, todo ello, cultivos y crías que se complementan en las avaras tierras del Viejo Continente, induciendo el desarrollo de una tecnología de fertilizantes, rotación de cultivos, tumba, roza y quema, arados, cosechadoras, pastoreo... ¿qué nos obliga a adoptar dichos métodos ignorando que nuestro medio natural es distinto? ¿Por qué emprender los más generosos proyectos de desarrollo campesino y cultivos de la dieta mexicana para satisfacer, no sólo el hambre, sino la alimentación de los mexicanos, basándose en el paradigma de la agricultura del trigo, los frutales y la cría de ganado?
¿Somos un pueblo enceguecido por la soberbia de la cultura occidental que nos colonizó y la defendemos como propia? Pero, ¿por qué no la podemos admirar sin necesariamente imitarla?
¿A caso por la ilusión de ser superiores a los campesinos tradicionales si les imponemos fertilizantes, rotaciones, arados, cosechadoras, monocultivos opuestos a nuestra biodiversidad..., por qué no aceptar que los modos tradicionales de nuestros ancestros son superiores en todos sentidos? ¿Por ignorancia, nos aferramos a la solución euroccidental de la alimentación?
Como sea, es un signo de colonización mental consentida y alimentada por un pueblo acomplejado, no reconocer a, y estudiar con, los puñados que quedan de milperos auténticos, quienes son los únicos que honran a la naturaleza, gracias a su cultura. Los demás somos unos desclasados necios que insistimos en destruir este país con paradigmas ajenos. Ha de ser, porque los indios
no pueden tener algo tan sofisticado como un paradigma.