La verdad
ecretos y mentiras. Luego de conquistar la Palma de Oro del Festival de Cannes en 2018 con su notable crónica picaresca Un asunto de familia (Shoplifters), el director japonés Hirokazu Koreeda realiza, un año después, La verdad ( La vérité), su primera película rodada fuera de su país y en un idioma extranjero, con un reparto internacional presidido por Catherine Deneuve, Juliette Binoche y el estadunidense Ethan Hawke. Con un guion original del director, la cinta describe la breve temporada que se reúnen, en una casa de campo, familiares y amigos de Fabienne Dangeville (Catherine Deneuve), una actriz septuagenaria, para celebrar la publicación de La verdad, su libro de memorias en el que la temperamental y narcisista diva francesa relata, según algunos de los invitados, una larga serie de verdades tergiversadas.
El festejo es también la ocasión para el rencuentro –en parte afectuoso, en parte muy ríspido– de Fabienne con su hija Lumir (Juliette Binoche), una exitosa guionista francesa que radica en Nueva York con su marido Hank (Ethan Hawke) y su pequeña hija Charlotte (Clémentine Granier). La suma de inseguridades anímicas que asaltan a Fabienne en el momento de su carrera en que se plantea seriamente el tema de su retiro profesional, se agudiza cuando afloran asuntos delicados que el libro La verdad deliberadamente omite. Entre ellos, su antigua rivalidad con la actriz Sarah Mondevan, de cuya muerte accidental o posible suicido Fabienne sería moralmente responsable, o el descuido afectivo que de su parte han soportado su hija Lumir y su propio ex marido, quien aparece en la reunión, muy opacado, luego de una larga ausencia.
El ajuste de cuentas familiar al que convida el japonés Koreeda, en un medio artístico francés dominado por el canibalismo competitivo, parecería algo un tanto ajeno a la delicada observación moral que suele ofrecer el director de After Life (1998), lo cual puede desconcertar a sus seguidores. Sin embargo, la brillantez de las actuaciones de Deneuve y Binoche dan un fuerte impulso al propósito de mostrar los saldos del narcisismo lastimado de una celebridad de cara a su envejecimiento y a los apremios de una jubilación inminente, lo cual queda aún más claro en la subtrama que alude a la filmación de la película de ciencia ficción, Memorias de mi madre, que estelariza Fabienne. En ella, una mujer madura viaja al espacio y ahí detiene su proceso de degradación física, para después rivalizar ventajosamente con la juventud de su hija. Esta idea es tan disparatada como los propios caprichos de la actriz veterana y su testaruda pretensión de mantener muy vivo su esplendor pasado. Frente a las dos estrellas femeninas que en todo momento dominan la cinta, sus contrapartes masculinos se ven lamentablemente desdibujados, en especial un Ethan Hawke como cliché fantasmal estadunidense. Algo similar sucede con el propio Hirokazu Koreeda, cuyo laborioso empeño por construir una historia plausible y vigorosa, no siempre está a la altura de sus dos formidables protagonistas.
Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional. A las 12 y 17 horas.