Domingo 18 de abril de 2021, p. 6
Desde su primera banda, Teen Idols, hasta la trascendencia del hardcore fundacional de Minor Threat, la ruptura de Embrace y la forma en que Fugazi mostró cómo autogestionar a un grupo por un par de generaciones, o incluso en sus proyectos acústicos The Evens y Coriky, Ian MacKaye (Washington, 1962) siempre fue bueno poniendo puntos aparte entre sus bandas, a veces porque cada comienzo marcaba un cambio, a veces porque la violencia que rodeaba al hardcore lo inspiró a empezar otro estilo musical.
Ian responde en una habitación de sus oficinas en Washington, poblado por todas las ediciones en vinilo de Dischord, sello que empezó en 1980 y con el que logró editar a Dag Nasty, Lungfish y el split Faith/Void, entre muchísimos otros. Siendo un compositor que dejó una marca en la cultura popular, sorprende escucharlo hablar sobre la dificultad para terminar sus canciones: Cuando finalizamos el último disco no acabé ninguna letra; tengo mucha música terminada, pero las letras son complicadas para mí, la falta de futuro no me inspira
.
–Cuándo armas una letra, ¿te sobran estrofas?
–Al revés, es un proceso doloroso, tengo que sumar más que editar; sólo cada tanto dejo un verso de lado. Tengo un filtro en el que creo; la gente piensa sobre mí de una manera, que soy un cantautor político que no se ocupa de la singularidad humana. Mis letras están pobladas de sentido del humor, pero nadie se ríe. Nunca intenté controlar mi imagen, así que otros lo hicieron por mí. En 40 años nunca escribí para satisfacer a nadie.
–Me recuerda a una línea de Song n1, de Fugazi, que dice: ¿Quieres saber lo que significa? / Es nada
.
–La vida es en esencia nada, así que tratemos de cuidarnos entre nosotros; el drama de la vida no vale el sufrimiento; los grandes conflictos no tienen sentido, pero los humanos no pueden evitar pelear entre ellos.
El primer recital de Minor Threat fue con Bad Brains. ¿Cuál crees que fue el pico de ambos grupos en vivo?
–Fue una fiesta en una casa cuando Bad Brains fue a New York y le pidieron el equipo de bajo a la banda Black Market Baby y se lo robaron. S.O.A, banda de Henry Rollins, organizó este show a beneficio para comprar otro. Para mí, 1980 fue el punto alto de Bad Brains; en 1981 se mudaron a Nueva York y se aceleraron; eran geniales, pero su periodo más inspirador fue entre 1979 y 1980. En cuanto a Minor Threat, no pienso en términos comparativos, pero en 1983, antes de separarnos, volvimos a ser una formación de cuatro, tocamos cuatro o cinco shows y, según recuerdo, estábamos en la mejor etapa. Fue cuando estábamos más encendidos, pero ocurrió hace 35 años, así que no lo podría asegurar.
–¿Qué diferencias tuvieron cuando se separaron?
–Ellos tenían una idea diferente de la dirección musical hacia la que querían ir, una que no me importaba; teníamos diferentes opiniones, estaban influenciados por U2. No estábamos de acuerdo y, a diferencia de la mayoría de las bandas, decidimos separarnos. Al hacerlo dejamos una lista de canciones perfectas; no tenemos una primera etapa y una posterior, sólo la obra de tres años.
–¿Qué cambió para la época en que empezaste Embrace en 1987?
–Tuvimos un problema con gente violenta, nuestra versión de lo que sucedía a escala nacional, los shows se volvieron una experiencia muy desagradable, en la que pandillas golpeaban a chicos y les robaban las botas, no es lo que nos interesaba a nivel escena, pero algunos sí querían eso. No tratamos de cambiarlos o de detenerlos, empezamos otra escena con la música que a nosotros nos resultaba interesante y que ellos detestaron, así que funcionó muy bien. La gente que se queda con una sola forma de expresión queda presa. No desprecio el punk, me encanta, pero cuando estaba tocando en Minor Threat enojamos a mucha gente, eso estaba bien, me sucedió en Embrace, en Fugazi; no me importa; cuando te mudas a un lugar inhabitado levantas polvo.
–¿Alguna vez sentiste la contradicción de disfrutar de música con convicciones políticas opuestas a la tuya?
–Bad Brains era la banda más importante del mundo en 1980, pero en su etapa rastafari hay un aspecto homofóbico con el que no estuve de acuerdo, me desanimó, pero no cambió mi aprecio por esa música. Si conoces a alguien lo suficiente, hará algo con lo que no estás de acuerdo. Nunca fue mi intención que tomaran mis letras como elemento para odiar. Puedo darte un martillo para construir una casa o puedes usarlo para golpear y matar. La música es igual a esa herramienta y la persona es la que toma la decisión.