La noche de los reyes
na Ciudad de Dios africana. El centro penitenciario en Abiyán, en Costa de Marfil, conocido como la Maca, es la única cárcel en el mundo gobernada por un preso. Sus antiguos guardias, extenuados por los motines sucesivos y la violencia endémica en el penal, han preferido supervisar, con indolencia, una precaria organización interna basada en la arbitrariedad del jerarca en turno, llamado Dangôro, y en una serie de tradiciones que incluyen la creencia de que al aparecer una luna roja en el firmamento ese mismo jefe debe morir. El único modo que imagina el líder Barbanegra (Steve Tiencheu) de conjurar su fatídica suerte como Dangôro, además ya enfermo, es recurrir a un viejo ritual en el que un joven preso narrador habrá de relatar a los demás reos varias historias, las cuales al hilarse entre sí evitarán no sólo la muerte del cuentista, sino también el desenlace fatal del propio Barbanegra.
Para La noche de los reyes (2020), su segundo largometraje, el realizador franco-marfileño Philippe Lacôte (Run, 2014) recupera algunas tradiciones locales para aderezar un relato carcelario que se presenta, de modo novedoso y arriesgado, como una suerte de teatro filmado. Lo que en un inicio parecería un rutinario filme de acción en las cloacas de un penal de alta seguridad sobrepoblado, se transforma en el escenario de una representación exuberante presidida por el joven narrador elegido, significativamente llamado Roman (en francés, novela), e interpretado por un polifacético Bakary Koné. No es común asistir a una película de acción carcelaria en la que los reos siguen cada noche, anhelantes y hechizados, relatos cercanos al espíritu del clásico Las mil y una noches en su continuidad narrativa y en su propósito de retrasar la muerte.
En un ambiente de delirio fantasmagórico, los presos gesticulan y ensayan coreografías que acompañan las anécdotas del narrador centradas en Zama King, un bandido legendario. En la cárcel de la Maca se reproducen, a la manera de microcosmos, las luchas de poder presentes en el mundo exterior, mismas que el cineasta ha documentado en su carrera paralela como reportero, con referencias, a partir de material de archivo, al polémico ex presidente marfileño de izquierda Laurent Gbabgo. Es sorprendente la destreza con que el realizador transita de un registro realista, casi documental, a otro más fantasioso y libre. Cuando por los pasillos de la cárcel se desplaza, desafiante e indoblegable, un travesti conocido como La Nena, salido de una novela de Jean Genet (Nuestra señora de las flores, 1943), y con el poder de transformar a más de un recluso en personaje teatral andrógino, nos encontramos lejos de una simple película penitenciaria. Es posible que resulte excesiva la carga de alusiones a lo ritual y a las herméticas tradiciones locales, pero lo cierto es que el desenfado narrativo de la cinta y la intensidad de las actuaciones colocan a esta shakesperiana Noche de los reyes en un sitio especial dentro de la colaboración fílmica franco-africana.
Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional a las 13 y 17:45 horas.