Viernes 2 de abril de 2021, p. 21
Washington. El Fondo Monetario Internacional (FMI) dijo el jueves que las economías avanzadas podrían usar impuestos sobre la renta, a la herencia y a la propiedad más progresivos, así como impuestos sobre las ganancias corporativas excedentes
para ayudar a reducir las desigualdades expuestas por la pandemia de Covid-19.
El Monitor Fiscal del FMI señaló que la pandemia había exacerbado las desigualdades preexistentes en el acceso a la atención médica, la educación y la infraestructura digital, lo que podría causar que las brechas de ingresos persistan generación tras generación.
La mayoría de los países necesitarían ingresos adicionales para garantizar el acceso a las vacunas Covid-19 y mejorar los servicios, al tiempo que se interrumpe un círculo vicioso
de desigualdades que se refuerzan mutuamente, apuntó.
Destacó que para cambiar de rumbo, los países deben centrarse en una mejor inversión en educación, salud y desarrollo de la primera infancia, y fortalecer las redes de seguridad social.
En ese sentido, dijo, las economías avanzadas podrían aumentar la progresividad de los impuestos sobre la renta y aumentar la dependencia de los impuestos sobre sucesiones/donaciones y los impuestos sobre la propiedad.
“Se podrían considerar las contribuciones de recuperación de Covid-19 y los impuestos a las ganancias corporativas ‘excedentes’”, y agregó que los impuestos sobre el patrimonio son otra opción si otras medidas no son suficientes.
En tanto, las economías de mercados emergentes y en desarrollo deberían centrarse en fortalecer la capacidad fiscal para financiar más gasto social.
Por su parte, Oxfam acogió con satisfacción el respaldo del FMI para gravar el exceso de ganancias corporativas y los niveles máximos de ingresos, pero además instó al FMI a alejarse de sus propios requisitos de austeridad.
La pandemia ha profundizado las desigualdades
, sostuvo Susana Ruiz, líder de política fiscal internacional del grupo sin fines de lucro, quien advirtió que el FMI y los gobiernos deberían evitar repetir lo que sucedió después de la crisis financiera de 2008-2009, cuando la carga de los impuestos pasó de los más ricos y corporativos a los hogares.