Opinión
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Canto de luz

E

n casi 14 años la editorial tapatía La Zonámbula, dirigida por Jorge Orendáin, ha publicado cerca de 200 títulos de narrativa, poesía y ensayo, a más de otros géneros. Entre los más recientes está Sin respuesta posible, de Lourdes Bello Guerra, capitalina que alternadamente reside en Oaxaca y Monterrey, sobre el cual Margarito Cuéllar anota que “muestra, desde la brevedad, un abanico de posibilidades en el que no hay una ventana, sino múltiples espacios para enfocar la mirada. La lectura de estas joyas del minimalismo poético refleja los atisbos de un mundo en que color y forma, brisa y montaña… las estaciones y la suma de las pequeñas grandes cosas del día y la noche quedan atrapadas en el relámpago del poema”. Y luego: El ser, desde su inmensa soledad, se erige en estos versos en un reflejo que emerge desde el interior y se poliniza gracias al sol, al ritmo pausado del viento y a la piedra de la ausencia y el dolor.

Una línea, / sólo una línea, / sin relación / con otras líneas / o tan siquiera / con su abandono, / no es una línea.

Junto al volcán / puede olerse el aroma / de la luna.

Las estrellas / despejan / la vaguedad de la niebla.

La autora, digo por mi parte, se preguntó. Y decidió contestarse: haciendo. Y haciéndose escucha de su propio decir, o del aparentemente vago decir que la habita, concretándolo. Pero para concretar había que abstraer, limpiar, aligerar, ¿desbrozar? Pasar lo más y lo mejor posible de la información a la sugerencia, de lo brusco a lo sutil, de la ansiedad al hálito. De la afinación orquestal a la aparición casi desnuda del brillo de una flauta, suavemente animada por la clave, ensueño realizado. Llena de silencios, la poesía de su breve volumen parece hallar respuesta en justo los silencios: saber hacer silencio es responder, es saber escuchar, es –acaso– saber escucharse; en el silencio la palabra es posible que nazca, que sea hecha. La voz de Lourdes Bello Guerra no rompe el silencio. Lo hace, en palabra, nacer.

El río, / su cauce: / entramos a él, / el océano entra en nosotros.

Y el poema final: El alba se hace lenguaje, / el lenguaje se hace alba.

“Sin respuesta posible –concluye el potosino regio– es un canto de luz”.