Viernes 12 de marzo de 2021, p. 24
Iwaki, Japón. Con un momento de silencio, oraciones y protestas contra las plantas nucleares, Japón lloró ayer a las cerca de 20 mil víctimas del poderoso terremoto y tsunami que golpearon al país hace 10 años, que destruyó ciudades y provocó una fusión nuclear en Fukushima.
Enormes olas causadas por un terremoto de magnitud 9 –uno de los más poderosos de los que se tiene registro– azotaron la costa noreste, paralizando la planta de energía Fukushima Daiichi y obligando a más de 160 mil residentes a escapar debido a una fuga de radiación.
El peor desastre nuclear del mundo desde Chernobil y el terremoto han obligado a los sobrevivientes a luchar por superar el dolor de perder a familiares y ciudades debido a las olas en unas pocas horas de la tarde del 11 de marzo de 2011.
Unos 50 kilómetros al sur de la planta, en la ciudad costera de Iwaki, que desde entonces se ha convertido en el centro de los trabajadores a cargo del desmantelamiento de la planta nuclear, Atsushi Niizuma le oró a su madre, muerta en el tsunami. Quiero decirle que mis hijos, que eran todos cercanos a ella, están bien. Vine aquí para agradecerle que nuestra familia está viviendo segura
, aseveró Niizuma, de 47 años y dueño de un restaurante.
Antes de partir hacia el trabajo, presentó sus respetos ante un monumento de piedra en un santuario junto al mar, con tallas del nombre de su madre, Mitsuko, y otras 65 personas que perecieron en el desastre. El día del terremoto, Mitsuko cuidaba a sus hijos. Los niños pudieron entrar en un auto, pero Mitsuko fue arrastrada por las olas cuando regresó a la casa por sus pertenencias. Tardaron un mes en encontrar su cuerpo, dijo Niizuma.
El santuario de Akiba se ha convertido en un símbolo de resistencia para los sobrevivientes, ya que apenas fue dañado por el tsunami, mientras las casas cercanas fueron arrasadas o quemadas.
A las 2:46 de la tarde, hora local, momento exacto en que ocurrió el terremoto hace una década, el emperador Naruhito y su esposa guardaron un momento de silencio para honrar a los muertos en una ceremonia conmemorativa en Tokio. Se llevaron a cabo oraciones en silencio en todo el país.
En la ceremonia, a la que asistieron el emperador y el primer ministro, Yoshihide Suga, las personas usaron mascarillas, mantuvieron la distancia y no cantaron cuando sonó el himno nacional para evitar la propagación del coronavirus.
El gobierno japonés ha gastado alrededor de 300 mil millones de dólares para reconstruir la región, pero las áreas alrededor de la planta de Fukushima siguen cerradas, pues persiste la preocupación sobre los niveles de radiación y muchos de los que se fueron se han asentado en otros lugares. Unas 40 mil personas siguen desplazadas por el desastre.