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Irak, el Papa y la guerra
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a primera visita de un Papa a Irak tiene un alto sentido solidario con los 400 mil cristianos que van quedando, del millón y medio que habitó Irak, hasta que la incalificable guerra de agresión lanzada por Estados Unidos en marzo 2003 dejó un caos de violencia y desalojos sin piedad. Esta visita papal, impregnada de fraternidad, envía el mensaje de una paz en que la diplomacia y la negociación, no la fuerza, son esenciales, por tanto se aleja de los intereses de cualquier hegemonía. Es una ruta a la sobrevivencia humana en esta era de armamento nuclear desplegado desde complejidades vulnerables de cohetería estratégica de corto y mediano alcances, hoy en estado de alarma máxima, una condición propensa a errores, disfunciones y accidentes.

Las potencias armadas hasta los dientes operan en medio de una pandemia que agudiza un desplome económico no visto desde la Gran Depresión. Lo hacen en un planeta en colapso climático vinculado al sistema económico vigente, de impacto profundo y potencialmente irreversible sobre la biosfera que observa aumentos en los ritmos de extinción de especies.

El soez bombardeo a Siria y el aval de Biden a las ilegales sanciones económicas de Trump contra Venezuela, cuyos graves y mortales impactos sobre la población fueron advertidos hace poco por la relatoría en derechos humanos de la ONU, no le hacen favor alguno a una urgente y necesaria negociación sobre armas nucleares y el deterioro climático. Biden no fue electo para operar a la usanza de un George W. Bush como cowboy de alto riesgo mundial. Es irresponsable proceder así en un área tan explosiva como el Oriente Medio, el Golfo Pérsico y en las proximidades del estrecho de Ormuz y de los vastos y vulnerables complejos petrolíferos, vitales a una economía mundial todavía dependiente de los combustibles fósiles.

En memorable conversación entre Fidel Castro Ruz y Michel Chossudovsky, autor y director de Global Research, abordaron los peligros de una guerra nuclear(Global Research, noviembre, 2010) advirtiendo ambos sobre el riesgo general de intensificación bélica, contemplando los factores de guerra convencional adversos a Estados Unidos y la tendencia institucional en el Departamento de Defensa (DoD) a ofrecer giros tecno-lingüísticos promotores del uso táctico o subcrítico de las armas nucleares. Lo de subcrítico se refiere a su uso sin desplegar toda la energía que pueda alcanzar con la masa crítica.

Realizada hace 11 años, esa conversación es de lo más relevante para percibir el alto riesgo de la irresponsable manifestación de unilateralismo bélico del Pentágono, autorizado por Biden en su primera fase. La prensa informa de una segunda fase. Todo al margen de la legalidad internacional y constitucional vigentes.

He aquí algunos párrafos relevantes de esa plática:

Fidel: “¿La situación general, ¿que cómo la veo? La alternativa en Irán… la guerra convencional la perdería EU y la nuclear no es alternativa para nadie. Por otro lado la guerra nuclear se convertiría, inevitablemente en una guerra nuclear global. De ahí la peligrosidad que a mi juicio tiene la actual situación en Irán. (todo me lleva) a la conclusión que la guerra adquiriría un carácter nuclear.”

Chossudovsky: Es decir, que como EU y sus aliados son incapaces de ganar una guerra convencional van a utilizar el arma nuclear, pero tampoco esa guerra pueden ganar, porque sería una guerra para la humanidad en su conjunto.

Fidel: La perderían todos. Es una guerra que perderíamos.

Téngase presente que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Siria calificó los bombardeos como una agresión contra su país, y sostuvo que constituye un signo de mal augurio sobre las políticas de la nueva administración estadunidense, que amenaza con llevar a una nueva escalada los enfrentamientos en la región.(citado en el editorial de La Jornada, 27/3/2021).

La negociación para el desarme y el clima exige un ambiente de normalidad, confianza y legalidad en escenarios tanto de tercera guerra mundial como en torno a la justicia climática, ante la desigualdad extrema en emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) entre los países capitalistas centrales y la periferia de ese sistema global. Esa justicia climática es asunto indispensable para la creación de un urgente consenso climático mundial desde el cual articular la negociación para frenar la ruta catastrófica ante el persistente aumento de GEI que dan impulso a un desequilibrio metabólico entre la energía que ingresa al planeta y la que se emite hacia fuera, equivalente a la explosión diaria de 400 mil bombas atómicas como la lanzada en Hiroshima, los 365 días del año, según explicó al detalle James Hansen en un juicio climático en Oregón.

Ya en México se nos dió aviso que durante el próximo verano los meteorólogos esperan calores anormales junto con disminuciones de 20 por ciento en el régimen de lluvias.

Como diría Francisco: ¡que callen las armas y cesen los GEI!

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