Lunes 8 de marzo de 2021, p. 17
Medio millón de caficultores (85 por ciento indígenas) viven una crisis continua por los bajos precios internacionales del grano, la presencia de plagas en sus plantaciones, el limitado apoyo gubernamental y la competencia de las grandes empresas con productos que son falso café. Con la pandemia de Covid-19, se estima en 15 por ciento la caída en las ventas del aromático por el cierre de cafeterías y restaurantes.
Aunque en el confinamiento creció el consumo de café soluble, que comercializan empresas como Nestlé, y ha proliferado el uso de productos como sobres que presuntamente son café con distintos sabores, lo cual representa una competencia desleal, explicó Fernando Celis Callejas, asesor general de la Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC).
Las comunidades vinculadas con la producción del aromático viven una crisis que se acentuará por los efectos de la pandemia del Covid-19 en zonas de alta marginación, carentes en su mayoría de los más elementales servicios, lo que los convierte en población de alto riesgo, no sólo por la edad promedio de los caficultores, sino por la carencia de servicios de salud, sobre todo los que viven en el sureste del país, señala por su parte el reporte Los apoyos directos a los productores de café y sus resultados del Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria de la Cámara de Diputados.
Fallido esquema de comercialización
El aromático nacional se paga a menor precio que el de Colombia, Costa Rica o Nicaragua. Se le aplican gastos de comercialización y utilidades más altas: 35 dólares por quintal, y en otros países es menos, indicó Celis Callejas. Ejemplificó que, en Veracruz, las transnacionales Amsa, California y Nestlé argumentan que hay más producción y bajan el precio, si estaba en 9 pesos el kilo de cereza, se baja a 7 pesos, lo cual es un abuso porque en la zona no hay capacidad de beneficiarse. Las empresas se ponen de acuerdo para pagar menos al productor
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Explicó que se ha insistido al gobierno revisar el esquema de comercialización.
Mediante el programa Producción para el Bienestar de la Secretaría de Desarrollo Rural (Sader), se entregan 5 mil pesos a pequeños productores, pero llegan apenas a 150 mil caficultores, de 510 mil estimados, explicó. Aludió que se acordó con la Sader revisar en julio la ampliación del padrón a 250 mil, la meta debería ser de 300 mil, aunque hay 450 mil con menos de una hectárea.