Palacio Nacional amurallado y el 8M
N
os sembraron miedo, nos crecieron alas
, dice la canción de Vivir Quintana que se ha vuelto emblemática de las movilizaciones de mujeres contra la violencia de género. La letra retrata la indignación por las miles de asesinadas, desaparecidas, acosadas y violentadas; y también la fuerza de quienes han perdido el miedo y han salido a las calles a exigir que ni una más
.
Hace un año, vivimos en México una histórica manifestación de mujeres –la última antes de que iniciaran las medidas sanitarias por el coronavirus–. Palacio Nacional fue pintado por decenas de jóvenes, con consignas denunciando no sólo que en este país se asesine a 11 mujeres cada día, sino la impunidad de la que gozan los feminicidas.
El inmueble fue blanqueado esa misma noche y, a la mañana siguiente, parecía que nada había pasado. Siguió la consabida descalificación a las violentas
que denuncian con pintas los asesinatos, después vino la pandemia y la violencia contra las mujeres se intensificó.
Hoy, el gobierno federal decide amurallarse. Un muro metálico de más de tres metros de altura resguarda el recinto que decidió habitar el Presidente de México. No se había visto nunca tal cosa, y menos de quien se dice cuidado por el pueblo.
Con las enormes láminas grises, el gobierno reconoce que no tiene interlocución con uno de los movimientos más importantes no sólo de México, sino del mundo entero. Se adelanta al posible daño
a las paredes, pone por delante el cuidado de un edificio antes que dar respuesta a la ola de denuncias por las diversas violencias de género. Con el muro, reconoce que es incapaz de romper el pacto.
Se alistan las descalificaciones antes de las movilizaciones, se escribe ya el discurso sobre esas mujeres conservadoras que le hacen el juego a la derecha
, se prepara ya el guion que justifique el desprecio a las madres, hijas, hermanas, nietas, amigas, compañeras que exigen justicia y fin de la impunidad.
Cantamos sin miedo, pedimos justicia
, dice Vivir Quintana desde el país que ocupa el segundo lugar en América Latina con más crímenes de mujeres por razones de género.