Una editorial que fue parteaguas
or estos días, pero de 1965, arreciaba la campaña de desprestigio contra el contenido del libro Los hijos de Sánchez del antropólogo Oscar Lewis, editado por el Fondo de Cultura Económica (FCE). El linchamiento se inició con un artículo del escritor Rafael Solana y lo retomó como bandera tricolor la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística.
Los dirigentes de esa institución consignaron dicho libro ante la Procuraduría General de la República porque, uno: era obsceno y denigrante para nuestra Patria
; dos: lo editaba una empresa del Estado”; tres: agotada la primera edición, imprimió una segunda, y cuatro: el lenguaje soez y obsceno, las escenas impúdicas y las opiniones calumniosas, difamatorias y denigrantes contra el pueblo y el gobierno de México
colocaban esa obra como objeto de sanción penal.
En defensa del libro y su autor escribieron en el suplemento La Cultura en México, espléndidos textos su director, Fernando Benítez, Carlos Monsiváis y Emanuel Carballo, entre otros. También para contrarrestar la campaña patrocinada en los sótanos del poder contra don Arnaldo Orfila Reynal, director del FCE. Y, además, extranjero. La denuncia terminó en el cesto del ridículo, pero condujo al régimen de Gustavo Díaz Ordaz a prescindir, el 7 de noviembre de ese año, de los servicios de don Arnaldo. Ese mismo día, un grupo de los más respetados intelectuales del país expresaron su apoyo a Orfila de la mejor manera: encargándole la creación y dirección de una nueva empresa cultural: Siglo XXI Editores. Su sede: la casa de Elena Poniatowska en Morena 460.
En poco tiempo, la editorial sobresalió por la calidad de sus colaboradores y la actualidad de los temas que trataban. Fue un parteaguas en un medio donde reinaba el autoritarismo gubernamental.
Ese espíritu innovador se perdió. Jaime Labastida tomó la dirección en 1990 y poco a poco se apropió, no siempre de buena manera, de casi 60 por ciento de las acciones de la empresa. Acaba de venderlas a un consorcio de mercadotecnia. Años atrás, Labastida hacía suyo el lema: Dentro del marxismo todo, fuera del marxismo nada
. Lo ha cambiado por otro: dentro del marketing todo, fuera del marketing nada.