El argentino acompaña a amlo a la cuna de la bandera
Jueves 25 de febrero de 2021, p. 7
Iguala, Gro., La historia de dificultades que han transitado las naciones latinoamericanas, desde sus procesos de independencia, abre el derrotero por la unidad, por la igualdad, por el respeto a la diversidad; tal vez sea ahora que en Iguala nazca un nuevo plan para toda América; es el deber que tenemos
, expuso el presidente de Argentina, Alberto Fernández.
El mandatario del país austral acompañó al presidente Andrés Manuel López Obrador a Iguala, Guerrero, con motivo de la celebración del bicentenario de la proclama del Plan de Iguala. En un abrasador mediodía soleado, afirmó que es posible modificar el devenir, en el plano de justicia e igualdad.
Podemos hacerlo, porque no es un sueño pensar en una América Latina integrada, unida, que luche en conjunto para sacar de la pobreza y de la marginalidad a los millones de compatriotas de la patria grande que están sumidos en ese lugar.
En su alocución, que trajo el recuerdo de Vicente Guerrero, José de San Martín, Simón Bolívar, Miguel Hidalgo, Pablo O’Higgins y José Gervasio Artigas, hombres que procuraron la libertad como norma de conducta, recordó que cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador me preguntó si estaba dispuesto a acompañarlo el 24 de febrero a la conmemoración del bicentenario del Plan de Iguala, debo haber tardado 30 segundos en decirle que sí, porque es muy importante que en el tiempo que vivimos recordemos la historia.
América Latina, Argentina y México tienen tiempos parecidos, subrayó Fernández, y ponderó que entre las sociedades latinoamericanas se encuentran aquellos que nos den la fuerza para volver a ponernos de pie, para recuperar la lógica que nos ha hecho llegar hasta acá, que no fue otra que la de preocuparnos por los más humildes, por los que menos tienen, para fortalecer una igualdad que, como bien se ha dicho aquí, en América Latina no existe.
El argentino observó “la Bandera maravillosa que flamea en un mástil inmenso (113 metros de altura) que, según me decía el Presidente, debe ser el más alto que el mundo ha puesto sobre la Tierra; tiene tres colores que representan lo que fue la base sobre la que funcionó el Plan de Iguala.
Los colores eran la garantía de lo que había que respetar hasta lograr la independencia absoluta, y hasta un ejército de hombres y mujeres salidos del pueblo construyeron un ejército distinto a todos los ejércitos que conocimos en América Latina. Esos tres colores representan, como bien se ha dicho acá, la unidad, la igualdad y la religión; difícil de entender hoy, pero en aquel entonces eso pesaba mucho.
Ahora, destacó, es la unidad y la igualdad en el continente más desigual que el mundo tiene. ¿Quién puede vivir en paz con su conciencia, decir que ha abrazado la política, decir que viene de movimientos populares y hacerse el distraído en un continente donde muy pocos concentran la riqueza y millones distribuyen la pobreza?