La justicia cojea en España
irige la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), cuyo principal objetivo es el debate de ideas, la formación política y el desarrollo de los principios ideológicos de la derecha española, representada por el Partido Popular. Tiene su sede en Madrid, y desde que dejó en 2004 la presidencia de España la encabeza José María Aznar.
Desde la FAES, Aznar dicta cátedra sobre el quehacer democrático en el mundo; de cómo gobernantes y políticos deben comportarse con principios éticos y morales que no propicien, por ejemplo, la corrupción en el ejercicio del poder. Critica severamente a los gobiernos que califica de populistas
y ha creado una cofradía con otros ex mandatarios con bien ganada mala fama pública, como Felipe Calderón, Vicente Fox, Mauricio Macri y Álvaro Uribe. Un escritor de polendas simpatiza con dicha fundación: Mario Vargas Llosa.
Pero el sermón de ética y moral que esparce urbi et orbi el ex mandatario comenzó a desmoronarse en 2013, cuando Luis Bárcenas, ex tesorero de esa agrupación política, detalló cómo, desde 1982, recibió dinero procedente de empresas a cambio de contratos y favores del gobierno. Aznar encabezó dicho partido de 1990 a 2004.
El dinero se depositaba en una cuenta paralela a la oficial. Sirvió para apoyar procesos electorales y beneficiar a quienes estaban en la cúpula del partido junto con Aznar y los que luego la ocuparon durante la presidencia de Mariano Rajoy.
Por el manejo irregular de esos fondos, Bárcenas purga desde hace cuatro años una condena de 29 años. Su esposa Rosalía, 12, desde noviembre pasado, pues también recibió dinero mal habido.
En cambio, siguen en libertad los altos cargos del Partido Popular, que igualmente se beneficiaron, así como los ex presidentes Aznar y Mariano Rajoy, quienes estaban enterados de las irregularidades. Bárcenas recién denunció ante la justicia a Rajoy, y con documentos mostró que fue cómplice destacado de la recaudación de fondos ilegales y cómo se utilizaron.
En España, la justicia cojea, elude tocar a Aznar, pese a que avaló durante lustros la corrupción desde el poder.