Viernes 12 de febrero de 2021, p. 24
Barcelona. Cuatro años después de las elecciones más convulsas en la historia reciente de Cataluña, después del proceso fallido de independencia unilateral y del fracaso del llamado pròces, la comunidad autónoma realizará este domingo una nueva votación con el miedo a un contagio masivo del Covid-19, dado el altísimo porcentaje de propagación del virus en la región.
Las últimas encuestas vaticinan un triple empate entre el Partido Socialista de Euskadi (PSE) y los independentistas Junts per Catalunya (JxCat) y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), aunque todavía hay muchas incertidumbres por el previsible alto grado de abstención.
Una de las decisiones que más ha marcado el final de la campaña es el documento que firmaron JxCat, ERC y el también nacionalista Candidatura de Unidad Popular (CUP), en el que se comprometieron a que sea cual sea la correlación de fuerzas surgida de las urnas, en ningún caso se pactará la formación de gobierno con el Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC)
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Es decir que, al mismo tiempo, se comprometieron a intentar sumar entre los tres un nuevo gobierno, con lo que se alumbraría una administración similar a la actual.
A pesar de que se mantiene la fractura que dejó el proceso de secesión inconcluso de 2017, la elección se vive con menos intensidad. La ciudadanía está más preocupada por la propagación de la pandemia, el colapso de los hospitales públicos y privados, y el temor a que las concentraciones masivas en los comicios provoque una nueva ola de contagios.
A sólo tres días de las votaciones, hay duda sobre si se logrará o no constituir las mesas electorales, dado que muchos ciudadanos convocados como funcionarios de casilla han declinado, argumentando su temor al contagio.
El primer síntoma de que, más allá de la fractura política entre independentistas y unionistas o constitucionalistas, no es la principal preocupación de una ciudadanía agotada, tanto por la pandemia como por el larguísimo proceso de lucha contra la independencia –ya son 12 años–, es la ausencia de gente en los mítines electorales.
Los siete partidos que acuden a las urnas celebran sus actos proselitistas casi en la intimidad, en espacios la mayoría de las veces cerrados, con algunos incondicionales y las televisoras para emitir su mensaje y trasladarlo a la ciudadanía que todavía tenga interés en escuchar su mensaje.
Las encuestas, además, auguran un triple empate entre tres partidos, pero sobre todo una situación de gobernabilidad muy complicada, en la que el bloque independentista tiene más posibilidades de sumar una mayoría suficiente para formar gobierno, pero que se podría complicar por la división y el enfrentamiento que se ha agudizado entre las formaciones secesionistas ERC, JxCAt y la coalición anticapitalista CUP.
Además, el PSC sólo aspira a gobernar, en caso de ser el partido más votado, con una alianza tripartita de izquierda, es decir, con ERC y el cada día más menguante Podemos o En Comú Podem.
Los tres partidos de la derecha unionista, Ciudadanos, Partido Popular (PP) y Vox están muy lejos de formar una mayoría, más aún, ni siquiera se prevé que sus dipu-tados sean decisivos para inclinar la balanza hacia un lado u otro.
El principal motivo de incertidumbre es la participación, que se prevé baja. Y esa poca afluencia a las urnas podría beneficiar al bloque independentista, que está más movilizado.