Jueces y delincuentes de cuello blanco // Todo cabe en un amparo sabiéndolo… // Alonso Ancira en el Reclusorio Norte
o hay como los jueces mexicanos, siempre tan comprensivos y permisivos, sin que les importe la magnitud del daño a la nación. Por algo los delincuentes de cuello blanco los adoran y chiquean. Ahí está el caso de la fianza que uno de ellos fijó, generosamente, para que el empresario mafiosi Alonso Ancira evitara la cárcel, o al menos lo intentara: 50 mil pesos por el perjuicio al erario nacional por él causado, que supera los mil millones de pesos, producto de una operación fraudulenta, amén de que ese mismo personaje es acusado de lavado de dinero y asociación delictuosa.
Así es: todo cabe en un amparo sabiéndolo comprar, y los abogánsteres que defienden a delincuentes como el otrora denominado zar del acero y el carbón
se saben el caminito de ida y vuelta, y conocen perfectamente qué puertas hay que tocar. Y de ello hay sobrados ejemplos (sólo hay que recordar casos como los de Carlos Cabal Peniche y Ángel Isidoro Rodríguez, alias El Divino, quienes, una vez expatriados de Australia y España, respectivamente, del avión que los trajo –con todo y amparo– se fueron directa y cómodamente a sus hogares).
Tras 21 meses en España, la mayoría de ellos en prisión en Palma de Mallorca, la Fiscalía General de la República logró traer de regreso a Ancira y del Aeropuerto Benito Juárez se lo llevó directamente al Reclusorio Norte. De acuerdo con la información divulgada, el empresario no traía amparo bajo el brazo, pero los abogánsteres que se encargan de su defensa supieron a qué autoridad
recurrir (en este caso Antonio González García, juez segundo de distrito en amparo de la Ciudad de México) para lograr la protección de la justicia
en su intento por no pisar la cárcel, siempre y cuando cubra una garantía de 50 mil pesos
.
Para los jueces –el citado específicamente–, ¿cuánto vale la protección de la justicia
para un bandido acusado de asociación delictuosa, corrupción, fraude a la nación y lavado de dinero? Cincuenta mil pesotes, es decir, 0.005 por ciento del daño causado a la nación (el monto económico de los otros delitos es aparte), o si se prefiere, menos de un salario mínimo anual, una cantidad que el mafiosi pagaba a no pocos de sus empleados.
La Jornada lo reseñó así: “para evitar su encarcelamiento, mientras Ancira volaba a la capital mexicana, sus abogados solicitaron la protección de la justicia federal para su cliente y el juzgado segundo en materia de amparo le concedió una suspensión provisional y le fijó una garantía de 50 mil pesos para obtener el beneficio jurídico. En la apertura de la audiencia (en el Reclusorio Norte), el empresario manifestó estar bien de salud, tener la nacionalidad mexicana y estadunidense, y la defensa de Ancira señaló que se debía cuestionar el acuerdo del juez de llevar a cabo una audiencia inicial, ya que supuestamente la realización de ésta violó la suspensión provisional que se le había concedido para que no fuera detenido y puesto a disposición de un juez de control… Los abogados José Luis Castañeda y Francisco Acevedo, defensores de Alonso Ancira, confiaban en que su cliente podría enfrentar su proceso en libertad, ya que los delitos que se le imputan no están tipificados como graves” ( La Jornada, Eduardo Murillo, Gustavo Castillo y Fernando Camacho). De ese tamaño es la garantía que los jueces otorgan a sus clientes… perdón, a los abogados defensores de los delincuentes de cuello blanco.
Pero algo les falló, porque la Fiscalía General de la República trasladó a Ancira al Reclusorio Norte para comparecer ante el juez que libró la orden de aprehensión en su contra (el mismo que señaló que la audiencia inicial cumplió con los requisitos procesales y respetando el debido proceso
) y solicitará la prisión preventiva justificada del empresario
( La Jornada, Gustavo Castillo y Eduardo Murillo).
Las rebanadas del pastel
Hagan sus apuestas: la Unidad de Inteligencia Financiera revela que la pista del dinero de mexicanos en Andorra lleva a figuras políticas de la administración gubernamental pasada y no sólo a empresarios
. Tales figuras terminaban el servicio público en México y marchaban a hacer su vida a Estados Unidos o España y a utilizar los recursos que obtuvieron de manera ilegal durante el tiempo que estuvieron desarrollando el cargo
. ¿Quiénes serán? ¿Algunos copetones y calvos, por ejemplo?