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Nosotros ya no somos los mismos

Una pesadilla de cuatro años // Mil 300 cargas nucleares // Reclamo de privilegios

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▲ Pasado mañana, a mediodía, Donald Trump (en la imagen en Arizona, en uno de sus últimos mítines) dejará de ser el presidente más poderoso del planeta.Foto Afp
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escasas 48 horas de que un amplio sector de la multitud esté otorgando a esta columneta el favor de su atención, en la capital del país AAA, del primer mundo, estará llevándose a cabo una ceremonia que nos permitirá, a millones de seres humanos desperdigados por todos los rumbos del planeta, exclamar a la manera de Jan Valtin (seudónimo de Richard Krebs, el increíble doble espía de Stalin y Hitler) que: la noche quedó atrás. (Tal vez el libro más pavoroso que he leído en mi vida, entonces en mi muy corta vida, porque apenas cursaba la enseñanza primaria).

Y es que el próximo miércoles 20, a pleno mediodía, don Donaldo Trump deja de ser el presidente del país más poderoso del planeta. O sea que el permanente riesgo en que durante los pasados cuatro años (a partir del viernes 20 de enero de 2017, día en que don Donaldo se convirtió en el 45° presidente de EU) hemos vivido los terrícolas de todos los confines del planeta habrá llegado a su fin. Me refiero obviamente al exclusivo acceso que el presidente de EU tiene en todo momento a ese maletín conocido como caja negra, pelota nuclear o nuclear football y que contiene los códigos, fórmulas, contraseñas, passwords, algoritmos, que le permiten al mandatario estadunidense desencadenar la hecatombe nuclear que, indudablemente, sería el fin de los terrícolas que hubieran sobrevivido al otro coronavirus tan reacio, como éste, a pasar a retirarse.

Y aquí pido perdón anticipadamente por no dejar que, también anticipadamente, comiencen ustedes a sentir el alivio de haber llegado con bien hasta este día 20, después de la pesadilla de cuatro años. Resulta que, de acuerdo con las estrictas normas que rigen en todo momento la seguridad nacional, la petaquilla a la que me he estado refiriendo no puede estar distante del presidente más allá de tres metros cuando él sale de la Casa Blanca. En este maletín, además de los instrumentos descritos y de un ultraactualizado sistema de comunicación, vienen algunos dosieres que contienen las instrucciones precisas para el exacto uso de esos controles que permiten hacer llegar hasta las antípodas del lugar en que el presidente se encuentre una señal que active y dirija una infraestructura bélica sin precedente. La revista especializada Business Insider informa que, en estos momentos, el líder del mundo libre, igualitario y democrático (¿o séase?) dispone de mil 300 cargas nucleares que puede, con tan sólo apretar un botón, estallarlas en el más ignorado y recóndito lugar del planeta. Pues entonces no adelantemos vísperas: estas horas que nos faltan para que don Donaldo entregue ese arcón de Pandora, tomando en cuenta que estamos hablando de un alienado congénito, de un alucinado cuya vesania ha sido la constante de su existencia y que en estos días puede hacerlo víctima de un soponcio, es decir, de una grave situación de angustia, de un susto intenso, un patatús, síncope o telele al que siempre ha estado al borde, en razón de su intrincada mezcla de un carácter y un temperamento extremos que, para nuestra desgracia, pudieran colisionar en estas 48 horas, las tendremos que vivir con el Jesús en la boca… y un efectivo martini en el gaznate.

Razones para fundamentar la paranoia. Las últimas exigencias de don Donaldo no son pocas ni mínimas: quiere salir de la Casa Blanca horas antes de la toma de posesión, en el Capitolio, de su sucesor. Reclama una serie de privilegios (muchos de ellos absolutamente ridículos, como alfombra roja) y despegar de los jardines de la Casa Blanca en un helicóptero presidencial rumbo al campo aéreo en donde abordaría, con los suyos, por vez última, el Air Force One, que lo habría de transportar a una de sus propiedades en Florida (el Air Force One es cualquier nave que incluya como pasajero al presidente). Pero, como en este singular acontecimiento, el momento en el que el presidente electo no ha asumido legal, puntualmente, su responsabilidad, el presidente saliente continúa aún en funciones y es, por lo mismo, titular de sus prerrogativas y responsabilidades. Uno está en Washington, el otro en Florida. Segundos diferencian el dedo que define para la humanidad el acabose u otra oportunidad. (¿Qué nos queda?). Por eso, más nos vale que el día 20 del presente mes, don Donaldo, su abogado Rudy Giuliani, los Proud Boys y los QAnon no pierdan la razón. Pues la columneta, que siempre se ha negado a dar consejos o hacer recomendaciones, por esta vez ruega a la multitud: juntémonos y clamemos a nuestros múltiples dioses con un solo grito: In God We Trust! Si lo conseguimos, podremos afirmar que, frente a la lideresa demócrata doña Nancy, Donald Trump definitivamente se la Pelosi.

Twitter: @ortiztejeda