Lunes 23 de noviembre de 2020, p. a12
París. En un distrito en el sureste de París hay una puerta entreabierta. En las entrañas de lo que fuera una antigua vía ferroviaria, se efectuó una fiesta enorme, ilegal y muy osada, que ofreció a 300 jóvenes el espejismo de un mundo sin pandemia.
La dirección del lugar circuló por correo electrónico a último momento con instrucciones muy estrictas: llegar en absoluta discreción, solo o en pequeños grupos, entre las 20 y las 21 horas, con entrada reservada.
Las 300 entradas para la velada bautizada I Want To Break Free (quiero liberarme) se vendieron a 15 euros cada una mediante una plataforma en Internet. Se agotaron en pocas horas.
Cierra la puerta
, murmura un cancerbero que observa en medio de la oscuridad.
Después hay que recorrer un buen trecho sobre rieles, iluminándose con el teléfono móvil, hasta hallar una visión espectacular.
Una especie de catedral de hormigón, de unos 20 metros de altura, recubierta de guirnaldas luminosas, luces de neón, diseños sicodélicos proyectados que crean un artesonado que vibra al son de enormes parlantes. Hay, por supuesto, una zona de bar, pista de baile y una tarima para los diyéis.
Al tiempo que la música tecno difracta el denso aire del túnel, centenares de personas, que parecen en trance, caminan sobre el suelo polvoriento, conversan, beben o flirtean en los rincones.
Decidimos poner resistencia y lanzar este llamado a escondernos todos juntos para festejar, porque los jóvenes ya no tienen espacios donde convivir, sienten una carencia terrible, y tratamos de colmarla, pese a los riesgos
, contó Alexandre (nombre ficticio), de 27 años.
Ahora contamos con este conocimiento práctico. Podemos instalarnos en cualquier lugar y en menos de dos horas organizar una velada discreta, como ésta
, se ufanó el joven, fundador de un colectivo especializado en fiestas underground y en urbex (exploración de locales industriales y otros sitios abandonados).
El colectivo funciona mediante un grupo cerrado en Facebook, único que organiza fiestas de tal magnitud en pleno confinamiento que convoca a un público variopinto.