uerte de Chávez, guarimbas, órdenes ejecutivas que la declaran peligro para la seguridad nacional de Estados Unidos, bloqueos y embargos que se recrudecen con el impacto de una pandemia… lo que ha vivido Venezuela en siete años no tiene precedente. Y todo ello sin que se pueda constituir una oposición democrática a la revolución bolivariana y chavista, una oposición que básicamente es la misma desde 2002, golpista y guarimbera, sin propuesta alternativa de país.
A dos semanas para las elecciones legislativas, la oposición venezolana sigue en crisis y con una nueva ruptura entre Acción Democrática (AD) y Voluntad Popular (VP), del terrorista Leopoldo López y el autoproclamado Juan Guaidó.
Henry Ramos Allup, líder adeco, ha instruido a la fracción parlamentaria de AD y a la dirigencia que no participe en los actos que está convocando Guaidó, como las asambleas ciudadanas
que intentan buscar consenso hacia una consulta popular
, y lo mismo se ha trasladado al exterior, prohibiendo a la migración venezolana promocionar la consulta o participar de los actos de Leopoldo López en Europa.
Esta disputa soterrada puede deberse a financiamiento y pagos que el gobierno interino
de Guaidó debía haber hecho y no ha realizado a AD. También sostienen, al parecer, diferencias en torno a la capacidad de movilización de las bases opositoras y de la continuidad de la asamblea legislativa opositora una vez que se celebren elecciones este diciembre.
Es probable que se dé una cumbre entre Ramos Allup y Guaidó, pero Acción Democrática, en otros tiempos el más importante partido político venezolano, vive una profunda crisis e intenta salir del laberinto opositor, con debates sobre la unidad del partido, sus símbolos, sedes, pero sobre todo liderazgos, con un Bernabé Gutiérrez que le va restando protagonismo a Ramos Allup.
Si miramos más allá de AD, continúa la crisis opositora. A finales de octubre tuvo lugar una videoconferencia con la participación de algunos líderes del G4 y dos funcionarios estadunidenses, James Story y Rafael Foley, de la Unidad encargada de los Asuntos Venezolanos en Colombia (VAU, por sus siglas en inglés), donde los representantes que financian (y dirigen) las acciones de este grupo con el objetivo de derrocar al gobierno de Maduro le pusieron un alto a Primero Justicia, representado por Tomás Guanipa.
Para Guanipa, lo más importante para Primero Justicia es la modificación y rotación de la presidencia interina que ostenta Guaidó y la poca efectividad de la consulta que propone el autoproclamado. Por su parte, los estadunidenses indicaron que la oposición no tiene tiempo para andar argumentando cuestiones estructurales y dejando de lado el aspecto programático. Además, la VAU reconoció que enfrenta otro problema: la lenta burocracia que reina en Estados Unidos, país que debe validar y respaldar financieramente las acciones que decida el G4.
Otro partido opositor que participa de estas reuniones para conspirar contra un gobierno democráticamente electo, Causa R, se confrontó con Primero Justicia por intentar bloquear la unidad opositora con Guaidó.
Y al líder de la oposición en Venezuela también le gusta realizar videoconferencias para conspirar contra la revolución bolivariana. Recientemente sostuvo una con sus colaboradores más cercanos, incluyendo a Carlos Vecchio, su embajador
en Estados Unidos, y Juan José Rendón, ex comisionado presidencial
para estrategias. Vecchio y Guaidó se enzarzaron en una discusión sobre los barcos iraníes que transportaban petróleo a Venezuela, pues si se restablece el suministro no podrán aumentar el resentimiento del pueblo contra su gobierno.
Pero más grave aún es la propuesta de Rendón de adelantar la carta del gran apagón nacional
con el beneplácito de Guaidó, que pretende utilizar a su gente infiltrada en Corpoelec, apoyando con sabotajes desde fuera. El encargado de Negocios para la embajada virtual de EU para Venezuela, James Story, se comprometió a seguir impulsando la adhesión a estos planes golpistas de otros partidos y organizaciones, como Movimiento Al Socialismo, Soluciones, Bandera Roja y Prociudadanos.
Otros acuerdos que están intentando consensuar las principales fuerzas de la oposición venezolana, con Guaidó al frente, son: aumentar la presión sobre mandos políticos y militares chavistas; promover la actividad y ejecuciones de grupos paramilitares (civiles, disidentes policiales, desertores de la FANB y organizaciones mercenarias); promover alteraciones del orden público (saqueos, ataques a instituciones públicas…); impulsar que los países aliados continúen abriendo investigaciones judiciales contra miembros del gobierno bolivariano y empresarios afines; propiciar la declaración de los cuerpos policiales venezolanos como organizaciones terroristas, y preparar una base de datos sobre partidos políticos, empresarios, ONG y sindicatos de otros países, sobre todo caribeños, para buscar quebrar el apoyo al gobierno venezolano.
Este es el panorama de la oposición ante las inminentes elecciones legislativas. Si la imagen de Guaidó ya estaba devaluada ante Trump (lo dice el propio John Bolton en su libro), ahora tras la victoria demócrata su relevo está cerca, y ya se barajan algunos nombres, Julio Borges, Carlos Vecchio o el huido Leopoldo López.
Mientras, se viene una victoria chavista el 6 de diciembre.