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Nosotros ya no somos los mismos

La libido que deja lívido // El aumento de embarazos en niñas // Fantasía en Roma

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▲ Siguen las medidas en China por la detección de casos de Covid-19 asintomáticos.Foto Ap
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a columneta anterior me acarreó una serie de opiniones tan militantes como contradictorias. Algunos varones me aplaudieron entusiastamente la abierta reivindicación que, según ellos, con valentía, arrojo y sin falsos pudores realicé del acto libertario, independentista, cálido, íntimo, imaginativo, espiritual que permite a voluntad la explosión de nuestra libido (misma que bien operada suele dejarnos lívidos). Una pequeña aclaración, nada más para aprovechar el momento: libido, término de origen freudiano, es una palabra de género femenino. O sea, cuidado con el vocablo.

Hubo también, sin embargo, una dama que amistosamente, pero con firmeza, me recriminó: con tus rebuscadas argumentaciones das pábulo a que tus amigos pretendan justificar sus omisiones al cumplimiento de ese sagrado compromiso que no tiene más límite que la vida misma: el débito carnal, reconocido tanto por los más altos jerarcas, como por los párrocos de la capilla de la esquina, aun cuando sean de un fundamentalismo tan acendrado en cuanto se refiere al voto de castidad, como lo fueron, en su tiempo, los obispos de aquellos risueños poblados de Sodoma y Gomorra, víctimas de un minuto de ira divina que produjo la onda cálida que desapareció, de un fogonazo, a todos los pecaminosos habitantes de estos festivos villorrios (como quien dice, Veracruz en un carnaval de 365 días), con excepción de una decena de piadosos personajes entre los que destacaba Esther, que desgraciadamente no pudo ser salvada porque –dicen las malas lenguas de entonces– era una mujer muy salada.

Pero apartémonos de estos embarazosos temas y regresemos con la información de Ángeles Cruz Martínez que dejamos pendiente la semana pasada. Pues ahora sí, doña Ángeles no se midió con los datos que nos proporciona. En primer lugar nos dio a conocer que el Consejo General de Población prevé, como daño agregado por la pandemia, un aumento adicional de 145 mil 719 embarazos en 2020–2021.

La situación se torna realmente conflictiva en las niñas y adolescentes de entre 10 y 14 años: los embarazos no deseados son resultado de violencia sexual que ejercen familiares y personas cercanas. Esta información la complemento con otros datos publicados por doña Fabiola Martínez sobre este tan doloroso tema. Gabriela Rodríguez, quien está al frente del Consejo Nacional de Población, proporciona cifras realmente escalofriantes: en el país se registran 9 mil 876 embarazos anuales de niñas menores de 15 años. De las niñas de 10 a 14 años, 40 por ciento tenía como pareja a otro adolescente de 15 a 19, pero 23 por ciento fue embarazada por un adulto de 20 a 24 años y existe, todavía, un 5 por ciento en que el progenitor es mayor de 35 años. Y una última doliente cifra de doña Ángeles Cruz: en 43 municipios indígenas ha muerto la mitad de quienes enferman de Covid-19.

El día 5 de este mes muy presente tengo yo, fui severamente amonestado por doña Esmeralda Green, que mucho me recordó a mi entrañable profesora de tercer grado del confesional Colegio Ignacio Zaragoza, quien infatigable, aunque no exitosa, se empeñó en hacerme aprender la tabla del 9.

En la columneta de ese día transcribí las opuestas opiniones de dos ameritados investigadores hispanos: el doctor Miguel Vita y la doctora Margarita del Val. El primero sostiene que el Severe Acute Respiratory Syndrome coronavirus 2 (ve usted, señora Green, cómo el tonito me cimbró, pero me hizo aprender a no confundir, como la mayoría de los mortales, el nombre del virus actual, como usted me lo escribió, con la enfermedad que provoca: Covid-19). Bueno, pues mutatis mutandis (vaya un sencillo latinajo a cambio de la media cuartilla en inglés que usted me asestó y que, tan pronto termine de traducir podemos comentar).

Al inicio de su correo dice mi interlocutora: Cuando se tiene la responsabilidad de escribir artículos de opinión dirigidos a lectores con diferente formación, es muy riesgoso opinar cuando no se tiene el mínimo de conocimiento sobre el tema que se está escribiendo. En cuanto al virus de la pandemia actual, creo que sería menos riesgoso irse por el aspecto emocional, erótico y sexual de este conflicto (esto lo escribí yo en la columneta). Y finaliza la señora Green, Por allá hasta se puede fantasear. ¡Qué perspicacia de la señora, podría afirmar que me conoce, yo comencé a fantasear intrauterinamente!

Por ejemplo, fantaseo que uno de los seis boletos que compré para la rifa del (ahora mi) avión había sido el ganador. Que era yo huésped permanente de la villa ubicada en el 223 de la Vía Appia Antica, en la ciudad de Roma, no en la alcaldía Cuauhtémoc, y que esa noche iba a cenar en el restaurante Sibila (uno de los más antiguos del mundo, fundado en 1720) y en el que mi compañera de esa mágica noche había logrado, por ser quien es, una reservación.

Una vez más me comí lo más prohibido: el espacio que generosa y hebdomadariamente (o lo que es lo mismo, cada lunes) se me otorga en estas páginas. El próximo terminaré mi fantasía y haré, por fin, la crónica de la pandemia, el sexo, el erotismo y algún pecadillo, de mortal para un poquito más arriba.

Twitter: @ortiztejeda