ontra los pronósticos de agencias especializadas y expertos, las remesas de los trabajadores migrantes hacia México alcanzaron niveles históricos en los primeros ocho meses de 2020, pese a que la mayoría se encuentra laborando en condiciones adversas, con una economía estadunidense en desaceleración e incertidumbre por la pandemia que ha sacudido a los cinco continentes, especialmente a nuestro principal socio comercial, con el mayor número de contagios.
En efecto, el Banco de México informó que las remesas a México ascendieron en agosto a 3 mil 574 millones de dólares, 5.32 por ciento más respecto al mismo mes de 2019, para que entre enero y agosto esos envíos llegaran a 26 mil 395 millones de dólares, monto nunca antes visto para un periodo comparable; en términos porcentuales: 9.35 por ciento superiores a los 24 mil 138 millones de igual periodo de 2019.
La migración, dice el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria, trae aparejado otro fenómeno que le es consustancial, el de las remesas, esto es, el dinero que los migrantes envían a sus familiares en sus países de origen. Por lo general, a cada flujo migratorio corresponde también un flujo monetario que se expresará de diferentes maneras en la población receptora y que dará pie a diversos fenómenos económicos y sociales
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En el caso nacional, según el mismo estudio, durante los últimos años los migrantes mexicanos en Estados Unidos se han dedicado mayoritariamente a las actividades relacionadas con el sector servicios, 64.6 por ciento. En segundo lugar, la actividad industrial, que absorbe 30.6 por ciento y, finalmente, el sector agropecuario, que utiliza 4.8 por ciento del total de la fuerza de trabajo de los migrantes mexicanos.
En este mismo espacio de opinión hemos enfatizado la enorme contribución de los trabajadores migrantes a la construcción y el mantenimiento de la primera economía mundial. Es tiempo de reconocer también que las remesas destinadas a sus familias son la segunda fuente de divisas de México, sólo después de las exportaciones de la industria automotriz.
Las remesas representan alrededor de 3 por ciento del producto interno bruto y tienen un efecto social y económico superior, pues sus destinatarios, en su mayoría familias de bajos recursos, lo destinan a su consumo inmediato y a proyectos de desarrollo en sus comunidades.
Con el resultado de agosto, las remesas a México hilaron cuatro meses consecutivos de crecimiento en medio de la pandemia de Covid-19, y todo apunta a que esta espiral ascendente se mantenga. BBVA, que monitorea las transferencias en la materia, pronostica que al cierre de este año el monto de remesas superará los 36 mil 438 millones de dólares del año pasado para ubicarse en alrededor de 39 mil 400 millones, es decir, un incremento anual de 8 por ciento.
Estos resultados contrastan con las proyecciones de los especialistas durante el primer cuatrimestre, quienes preveían un desplome en el flujo de remesas como consecuencia de la desaceleración económica auspiciada por la pandemia. Incluso el Banco Mundial predijo el 22 de abril, en un informe emotivo, que las remesas mundiales se desplomarán 20 por ciento en 2020, el descenso más intenso de la historia reciente
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Contrasta también el caso de México con el de los migrantes de otros países hermanos: el fenómeno del incremento en el envío de remesas no se dio en la mayoría de países del subcontinente, como Colombia, Brasil, República Dominicana y Haití, donde incluso disminuyó alrededor de 20 por ciento en el primer semestre y no ha repuntado en el segundo.
Con el balance de los primeros dos cuatrimestres del año, México se consolida como uno de los principales receptores de remesas. En 2019, por los montos en dólares, los cinco principales países receptores de remesas fueron India (83.1 mil millones), China (68.4 mil millones), México (38.5 mil millones), Filipinas (35.2 mil millones) y Egipto (26.8 mil millones), según estudio del Banco Mundial. En términos relativos, los cinco principales países que recibieron las remesas más elevadas como proporción de su producto interno bruto (PIB) en 2019 fueron Tonga (37.6 por ciento del PIB), Haití (37.1), Sudán del Sur (34.1), República Kirguisa (29.2) y Tayikistán (28.2 por ciento).
La remesa promedio en el caso de México es de 337 dólares y se estima que llegan a 10 millones de hogares. Alrededor de 12.8 millones de mexicanos mandan remesas al país, los que pertenecen a la última generación de migrantes, los nacidos en México.
Las remesas son una muestra de la gran solidaridad de los migrantes con sus familias y comunidades de origen, cuando todos estamos enfrentando una de las peores crisis en la historia reciente de la humanidad, como afirma Juan Hernández, fundador del Center for US-Mexico Studies, Universidad de Dallas, Texas.
Nos sumamos al reconocimiento que merece la grandeza moral y la solidaridad ejemplar de nuestros hermanos migrantes, lo que obliga aún más a exigir que el gobierno que emane de las elecciones de noviembre próximo reconozca su importante contribución social y su determinante papel en la recuperación paulatina de la economía estadunidense, respetando cabalmente sus derechos humanos, laborales y sociales.
* Presidente de la Fundación Colosio