La crisis de la aviación
odas las aerolíneas comerciales del mundo llevan a cabo un proceso de restructuración, a consecuencia de una caída radical en sus operaciones. Muchas empresas del sector han despedido a miles de trabajadores y otras están en negociaciones con gobiernos y acreedores para evitar la quiebra.
A más de siete meses de la pandemia de coronavirus persisten las limitaciones para volar. En países europeos se registra un rebrote de Covid-19 y se piensa que la pandemia empeorará en la temporada invernal. En estas condiciones los vuelos internacionales se mantienen restringidos.
Además, los aviones no utilizan toda su capacidad, por respeto a la sana distancia, lo que obliga a dejar asientos libres. Cada lugar sin ocupar representa un costo, lo que se traduce en que los pasajeros paguen más, las aerolíneas asuman parte de las pérdidas y los gobiernos otorguen subsidios, si es que quieren apoyar por cuestiones estratégicas a este sector.
En general, las aerolíneas operan ahora menos de la mitad de vuelos y de pasajeros respecto de 2019, esto significa una caída superior a 50 por ciento de sus ingresos, frente a costos fijos muy altos, pues gran parte de sus gastos son para pagar créditos multimillonarios, arrendamientos, personal y la operación en sus instalaciones.
En forma paralela los aeropuertos padecen la misma situación crítica. Si los aviones operan a la mitad, o menos, de su capacidad, algo similar pasa con la infraestructura aeroportuaria. In-cluso el gobierno ha frenado las in-versiones que estaban programadas en la Ciudad de México y en los estados para ampliar y mejorar algunas terminales. El único aeropuerto que se construye a marchas forzadas es el de Santa Lucía.
En estas condiciones, no queda claro cuál es la necesidad de anunciar la construcción de un aeropuerto en la Riviera Maya, sobre todo porque el aeródromo más moderno y eficiente de nuestro país, y quizá de América Latina, es el de Cancún, que tiene capacidad de sobra y tendrá una mayor y eficiente conectividad con el desarrollo del Tren Maya.
Hay más preguntas que respuestas en este sector que no se resolverán hasta que se supere la crisis de salud; mientras tanto, más vale centrar los esfuerzos públicos y privados en fortalecer la infraestructura que ya existe.