HBO estrena segunda temporada de Warrior, inspirada en escritos del mítico actor
Sábado 26 de septiembre de 2020, p. 6
El nombre de Bruce Lee sigue remitiéndonos a virtudes que van desde lo artístico hasta lo personal. Aun tratándose de un personaje cuya imagen se adhiere más al Hollywood de lo superficialmente banal e industrial, el legado de Lee rompe fronteras en lo geográfico, lo artístico, lo deportivo y lo espiritual.
Con solo 32 años al día de su misteriosa muerte, las leyendas en torno al también actor, director, productor y guionista siguen sorprendiendo. No importa si se trata de su influencia en el desarrollo de las artes marciales mixtas –hoy en su zenit con empresas como la UFC dominando el terreno deportivo– o el cine de acción oriental –que sigue siendo semillero de estrellas frente y detrás de cámaras–, es inevitable tenerlo como referente.
Entre dichas leyendas, quizás una de las más frustrantes nos remite a finales de los años 60, cuando Lee estaba en uno de los momentos más álgidos y controversiales de su carrera. A pesar de su éxito, las cosas no siempre fueron sencillas para Bruce Lee, quien fue desprestigiado por varias instituciones tradicionales de las artes marciales en Oriente debido a su visión sobre las mismas, pues buscó derribar los muros que dividían las varias disciplinas, causando el enojo de las figuras más conservadoras en ese ámbito y desterrándolo casi por completo de ese mundo fuera de Estados Unidos.
Pero lo que poco sabemos es que aquella inquietud por diversificarse en los terrenos que más le interesaba explorar y mostrar al mundo a través del cine, iba más allá de su obra. Bruce Lee entendía que la variedad de culturas, lejos de dibujar líneas como muros, debía permitirnos entender a la raza humana como el producto de una convergencia. Sin embargo, siempre fueron más sus detractores.
En esta inquietud se inscribe la historia detrás de Warrior, que estrena su segunda temporada la próxima semana en HBO –la primera puede verse a través de su plataforma HBO Go– y es producida por su hija Shannon Lee. La historia se centra en un migrante chino que llega a San Francisco en pleno nacimiento de la modernidad para buscar a una mujer con la cual comparte historia, sólo para encontrarse con una guerra de castas y de mafias, donde las Tong tenían el control de las comunidades chinas fuera de su país. En esa época, o te rendías a dichas organizaciones o simplemente eras desterrado para vivir como un forajido en tierras extranjeras.
Dice la leyenda que Warrior, inspirada en los escritos del propio Lee, fue una idea que le robaron para eventualmente ser la génesis de la popular serie setentera Kung Fu, protagonizada por David Carradine, quien tomó el personaje de Bruce Lee, ya que las televisoras temían que el público no se relacionara con el actor de ascendencia hongkonesa, cuyo aspecto y marcado acento consideraban como algo que alienaba al público estadunidense.
Tuvieron que pasar 50 años para que su hija, la actriz y productora Shannon Lee, consiguiera que Cinemax y HBO respaldaran la visión de su padre, que más allá de una simple historia de aventuras, imprimió sus inquietudes en torno al racismo y la exclusión de que fue víctima, no sólo respecto a un país donde era visto como diferente
, sino también a su propia cultura, que cuestionó hasta el último día su pertenencia.
Elenco significativamente asiático
Platicamos con Shannon Lee sobre Warrior, el legado de su padre y las inquietudes que movían sus pulsiones creativas para encontrar una identidad.
–Pasaron 50 años para que esta serie se lograra. ¿Dirías que ese tiempo de espera era inevitable, pensando en que se trata de una historia sobre migrantes?
–Sin duda, esta serie sí forma parte de una tendencia actual por contar otras historias. Es una serie con episodios de una hora, cuyo elenco es significativamente asiático y con mucha atención a la complejidad de esos personajes. Tratamos temas que son importantes para una apertura. Es el inicio de una atención a esas otras visiones que, aunque sigue siendo lenta, responde a un cambio que no se dio de la noche a la mañana.
Para lograr hacerla, tuvimos que librar batallas que no se han conquistado del todo. Todavía hay muchas cosas que debemos seguir empujando para que cambien. Para muchas personas es primordial ver este tipo de series y verse reflejadas ahí. Porque también hay quienes verán gente que no se ve como ellos pero que se mueven por los mismos principios. Así que, genuinamente, deseo que este sea el inicio de una tendencia que siga creciendo.
–¿Dirías que el resultado es el que tenía en mente tu padre, Bruce Lee?
–No es muy diferente lo que él tenía en mente. A lo que me refiero es a que su idea original era más parecida a los programas de televisión de los 70, donde cada semana había un episodio nuevo con una aventura específica, hilada por una muy escueta historia general, mientras lo que nosotros hicimos se adapta más a una nueva forma de consumir las series. Para ello tomamos la esencia de la historia, pero contándola de una manera mucho más contemporánea, aunque sin dejar de ser una serie de época. Pero sí procuramos no dejar de lado todo lo que era importante para él.
Su historia era la de un artista marcial que llega a Estados Unidos desde China y termina involucrándose con la guerra de mafias y los Tong, que es algo que realmente ocurrió en el Barrio Chino de San Francisco durante el siglo XVIII, con un comentario muy específico sobre el Acta de Exclusión contra China y los problemas de migración en esa época. Incluso, pienso que ahora hay más libertad para contar la historia como él lo deseaba, a diferencia de 1970.
–Me imagino que la revisión de los escritos de tu padre te permitió conocer aún más sobre él. ¿Qué dirías que descubriste, durante el desarrollo de la serie, que antes desconocías, sobre su visión respecto al mundo?
–Fue muy enriquecedor. Mi papá escribió varios tratamientos, no solo de esta idea sino de muchas otras cosas que nunca pudo producir y por ello nadie nunca ha visto. Cuando me reuní con el director Justin Lin y la gente que produce la serie en Cinemax, todos me decían, con sorpresa, que estaba muy bien escrita, que el desarrollo de la historia y los personajes eran muy buenos. Fue agradable para mí porque creo que mucha gente no sabe lo creativo y sensible que era mi padre. Hasta para mí fue una sorpresa, aunque no tenía muchas referencias porque apenas empezaba mi carrera como productora, fue muy reconfortante que fuera validada por estas personas. Me dijeron que no había que cambiarle nada y que era algo que podría incluso plantearse hoy en día así como estaba. No tuvimos que hacerle ningún tipo de arreglo al planteamiento más allá de modernizar un poco el formato. Ese tipo de comentarios fueron muy reafirmantes.
Quizá lo que más me sigue asombrando es cuántas vidas tocó e impactó mi padre. Estos escritos, su creatividad, su trabajo, su ética profesional y su personalidad hacían muy evidente cómo era personalmente. Eso se refleja en el hecho de que toda la gente con la que habló sobre él, lo haya conocido o no, tiene una conexión muy significativa. No deja de emocionarme saber de lo que fue capaz en tan corto tiempo. Hizo muchas cosas que resonaron en demasiadas personas y esta serie es una extensión de todo eso. Para mí es un reflejo de la profundidad latente en todo lo que hacía pero, sobre todo, de su habilidad para conectar con la gente.
–Mencionas que, además de Warrior, tu papá trabajaba en el tratamiento de más proyectos, ¿puedes contarnos un poco de qué eran y qué adaptaciones hicieron de las ideas originales al resultado final de esta serie?
–“Como te dije antes, tuvimos que desarrollar una nueva estructura y para ello también nuevos personajes. Lo principal, como las diferentes pandillas Tong, el personaje de Bill el policía o la hermana del protagonista ya existían. Pero construimos más encima de eso. Porque el contexto histórico nos daba material para nutrir aún más los fundamentos de la serie. Estamos hablando de una época donde no sólo el Barrio Chino de San Francisco y la guerra de mafias estaban gestándose, sino también la fiebre del oro y el ferrocarril seguían en auge. El trabajo que hice con los demás productores y guionistas, me atrevo a decir, tiene mucha riqueza en términos de historia y personajes.
En cuanto a los demás proyectos que dejó mi padre, hay varios y en diferentes etapas. En varios de ellos me encuentro trabajando actualmente. Como ya te imaginarás, todos tienen alguna relación con las artes marciales y, aunque no puedo decirte mucho más, sí quiero agregar que no falta mucho para que se enteren de ellos. Ya estoy en pláticas con gente de China y de la India, así que esperen más cosas por venir.