Los sueños morenos del senador
n la lucha por la presidencia de Morena se empiezan a sacrificar posiciones y a olvidar posturas, en un esquema que cada vez se acerca más a la línea de autodestrucción que en su momento construyó el chuchismo perredista, y que hoy tiene en Ricardo Monreal el arma letal para ejecutar su suicidio.
Con la ingenuidad del que no se ha manchado el yelmo con los lodos del campo de batalla, Mario Delgado y algunas tribus han aceptado el apoyo
de Ricardo Monreal, quien ha insertado personajes de su banda en las principales estructuras de Delgado, por ejemplo, sin echar mano de la memoria que bien le podría decir cómo fue que Jesús Ortega y Jesús Zambrano se quedaron con lo muy poco que queda del PRD.
Es muy posible que el actual presidente de la Jucopo de la Cámara de Diputados quiera amarrar
con acuerdos suicidas su triunfo en la encuesta que definirá, por fin, a quien encabezará al partido, pero parece que no se ha preguntado si requiere de ese apoyo
o se está echando un alacrán a la espalda.
Desde luego, Delgado sabe que si no es con él, Monreal jugaría con cualquier otra camiseta, y se supone que Ricardo Monreal controla una fracción de la militancia de Morena, aunque ese control sólo se dé en una alcaldía: Cuauhtémoc, la peor gobernada en manos de Néstor Núñez, un incondicional del senador.
De cualquier forma, Delgado debería estar enterado de que los apoyos con que cuenta hasta ahora tienen un porcentaje, como les decíamos, muy importante en la ciudad, es decir, su elección no dependería de la banda de Monreal.
Pero no es tan sencillo, Mario Delgado ha querido creer que el lobo es, efectivamente, Caperucita, y le ha permitido incluso llevar como segunda de abordo a la diputada Donají Olivera Reyes, quien junto con el también diputado Temístocles Villanueva son las cabezas visibles del chuchismo moreno en el Congreso de la Ciudad de México.
El segundo sueño de Ricardo Monreal, tan perverso como el primero, es el de gobernar la Ciudad de México, así que si sus espurias aspiraciones por alcanzar una candidatura a la Presidencia de la República se frustran, le quedaría la Ciudad de México, a la que ha aspirado tener bajo su rienda, aún sin conocerla, desde hace muchos años.
Desde luego, aún si no encuentran cabida sus ambiciones en Morena, ahí está Movimiento Ciudadano, un partido hecho a su medida donde lo esperan con los brazos abiertos. Bueno, el PRD también tendría un lugar especial para el senador sin futuro (en Morena).
De pasadita
Y ya que andamos por los terrenos del senador zacatecano, déjenme contarles que en una reunión más o menos privada, Monreal prohibió, por decirlo de algún modo, que los senadores de su partido siguieran alentando la recopilación de firmas para exigir juicio a los ex presidentes.
Sin ningún disimulo, el coordinador de los morenistas en el Senado casi dijo a sus compañeros que dejaran de alentar la participación ciudadana porque la última palabra sobre el asunto la tiene el presidente López Obrador.
Obsecuentes como suelen ser los senadores, a partir de ese momento bajaron la guardia. A poco más de 24 horas para que venza el plazo que dieron las autoridades para que se reunieran casi 2 millones de firmas, no se ha conseguido la meta, pese a que en todas las encuestas realizadas para saber cuál es el sentimiento a ese respecto, la respuesta de la gente es de coraje y rabia en contra de los ex presidentes. Muy difícil la localización y muy escasas las casillas para que la gente opinara.
Y bueno, si el zacatecano empieza por decir a sus compañeros que todo es una farsa, imagínese usted con qué ganas se puede ir a esa encuesta. ¿A quién le recuerda el accionar de Monreal? Sí, a ese, no lo piense tanto.