Lunes 7 de septiembre de 2020, p. 7
Hace 40 años, en su creación, la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) tenía como labor atender a quienes escapaban de conflictos armados en Centroamérica. Ahora recibe mayoritariamente a personas de la misma región, víctimas de grupos criminales.
A la lista vigente, dominada por hondureños (7 mil 803 de 24 mil 271 de enero a agosto del año en curso), se añaden casi 4 mil haitianos procedentes de Brasil o Chile, quienes salieron de su país desde 2015 y buscan llegar a Tijuana, donde se han construido redes sociales y familiares de esa nacionalidad.
En tercer sitio están los originarios de Cuba, considerados por Comar –en general– migrantes por razones económicas, muchos de los cuales pasan por Nicaragua antes de llegar a México, según información oficial.
Entre ellos, el nivel de aceptación a la condición de refugiado es de las más bajas (24 por ciento), mientras que los venezolanos, cuarto en la lista, la positividad asciende incluso al 98 por ciento de las peticiones.
Enseguida, por el número de personas atendidas, están los originarios de El Salvador y Guatemala, y más abajo Nicaragua, Chile, Colombia y Brasil.
Año sin precedente
Después de varios lustros con un presupuesto magro, en 2020 le fue asignado a la Comar el doble de presupuesto del año anterior (27 millones de pesos adicionales), para hacer frente al análisis de 70 mil 600 solicitudes acumuladas en 2019, pico sin precedente.
Andrés Ramírez, director de la Comar, dijo que aun en el contexto de la pandemia, la política de refugio no variará; no sólo porque México se guía por convenciones y protocolos, sino por una tradición histórica de protección internacional a personas en riesgo.
Así ocurrió en los años treinta y más recientemente en los ochenta al recibir a miles de refugiados guatemaltecos, afectados por conflictos internos, al igual que una década después siguió apoyando a gente perseguida por los kaibiles, sanguinario grupo del ejército de Guatemala que incluso se pasaba a suelo mexicano para agredir a indefensos, relató Ramírez quien en esa época era representante del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados.