La esperanza económica y ambiental para Vietnam son las empresas con tecnología verde
as empresas ecológicas están en pleno auge en Ciudad Ho Chi Minh, donde una población joven bien conectada, un vivero de programadores a buen precio y un sector prometedor en el país, especialmente vulnerable al cambio climático, han hecho de esta urbe la Silicon Valley del sudeste asiático.
Le Thanh tuvo una idea: fabricar calzado a partir del poso del café y venderlo en línea. Lanzó ShoeX en 2017 y su iniciativa llamó la atención en la edición vietnamita del famoso programa de televisión Shark Tank, en el que empresarios invierten en proyectos prometedores. Obtuvo 200 mil dólares.
En plena pandemia, la empresa dejó de fabricar en abril zapatos deportivos para enfocarse en las mascarillas protectoras reutilizables, con filtro biodegradable, siempre a base de café.
Nos han encargado 500 mil hasta finales de 2020 y esperamos multiplicar nuestra producción por cuatro o cinco
, explica entusiasta Le Thanh, que envía una parte de su producción a Estados Unidos, Europa y Japón.
El país comunista es el número dos en el sudeste de Asia, por detrás de Indonesia, pero por delante de Singapur en términos de fondos inyectados en sus empresas emergentes.
Las que se dedican a la tecnología verde despiertan especial interés, sobre todo en Vietnam, uno de los 10 países más afectados por el calentamiento mundial, según el Índice de Riesgo Climático Global.
Con la pandemia, las inversiones se han interrumpido, pero el país se dispone a retomar la tendencia, asegura Eddie Thai, del fondo de inversiones especializado 500 Startups.
Las previsiones apuntan a un crecimiento del PIB en 2020 de 2.7 por ciento, según el Fondo Monetario Internacional, al contrario de muchas economías en el mundo que entrarán en recesión.
La población es muy joven, con 70 por ciento de los 97 millones de habitantes menor de 35 años, y muy conectada (hay 55 millones de internautas), otro factor positivo para estas compañías. El precio de la mano de obra es bajo, incluso comparado con China o India.
Sin embargo, la pesada burocracia de este país autoritario de partido único es un freno en este tipo de inversiones. Para un extranjero, invertir en el país es siempre un proceso largo y complicado. Repatriar el capital exige también mucho tiempo y burocracia.
La reglamentación ha mejorado mucho desde los años 80, pero todavía queda mucho por hacer
, comenta Eddie Thai.
Afp