De la seguidilla
n fragmento de canción (parece canción completa) leído en el Ómnibus de poesía mexicana: Ciento cincuenta pesos / daba una viuda / sólo por la sotana / de cierto cura. // El cura le responde / con gran contento / que no da la sotana / si él no va dentro. // La viuda le responde / con alegría / que eso es precisamente / lo que quería. Pretendemos ofrecer un ejemplo mexicano de la forma estrófica llamada seguidilla. Más sencillo entonces resulta acudir a: Para subir al Cielo / se necesita / una escalera grande / y otra chiquita.
Las seguidillas (nombradas así porque en sus orígenes, el entresiglo XVI/XVII –antecedentes no obstante hay en las jarchas–, se las relacionó con gente de vida airada
–maleantes, perseguidos, seguidos– o porque se entonaban una tras otra, seguidas) nacen como letra de canción bailable y consisten comúnmente en cuatro versos heptasílabos y pentasílabos alternados, asonantes estos últimos.
La modalidad compuesta agrega tres versos más, 5/7/5, en asonancia los extremos, aunque con rima distinta a la de los segundo y cuarto versos. De Antonio Machado es la siguiente: En las sierras de Soria, / azul y nieve, / leñador es mi amante / de pinos verdes. / ¡Quién fuera el águila / para ver a mi dueño / cortando ramas!
Raúl Eduardo González recoge una de las primeras seguidillas registradas en México (mediados del siglo XVII): A la mar, a la mar, / a ser Pescador; a la tierra, / a la tierra, / a ser Pastor, que en su primera parte aún observa la seguidilla antigua (7/6/7/6), de la cual en el Quijote encontramos: A la guerra me lleva / mi necesidad, / si tuviera dinero / no fuera en verdad.
J. M. Blecua nos indica que “don Luis de Góngora rasgueaba la guitarra más de una vez y solía cantar aquellas encantadoras seguidillas: La mitad del alma / me lleva la mar, / volved, galeritas, / por la otra mitad”.
La violetera, más cerca de nosotros, comienza con una seguidilla: Como aves precursoras / de primavera / en Madrid aparecen / las violeteras. Y Violeta Parra, por cierto, tiene al menos dos canciones basadas en la seguidilla, La Pericona y la Cueca de los poetas: Pablo de Rokha es bueno / pero Vicente / vale el doble y el triple, / dice la gente…