Lamentan expertos que Piñera privilegie la economía
Miércoles 17 de junio de 2020, p. 4
Santiago. El azote de la plaga del coronavirus en la capital chilena parece ser tan implacable, que un grupo de expertos propuso hibernar a Santiago, suprimiendo por ejemplo el transporte público, toda vez que la propagación del virus no muestra atisbo de amainar y más bien se pronostican semanas catastróficas tras la fallida estrategia de cuarentenas dinámicas
que durante dos meses aplicó el gobierno de Sebastián Piñera.
La ciudad y su sistema hospitalario no aguantan otro mes con estos niveles de contagios y el país no puede resignarse a la alta mortalidad que traen apareados. Pongámosle freno entre todos a esta epidemia, ahora. El costo es demasiado grande. El gran Santiago debe entrar en hibernación, sí, como una ciudad dormida
, dijo el grupo de especialistas de la organización Espacio Público, que emite un informe diario sobre el paso del coronavirus en Chile.
En efecto, lejos de amainar, la tasa de crecimiento de contagios se aceleró en Santiago en las dos semanas recientes, pasando de 5 a 17 por ciento. Este martes Chile quedó cerca de 200 mil contagios, cifra que será sobrepasada hoy (miércoles) al admitir que hay un rezago de 31 mil 242 casos que deben contabilizarse, en tanto los muertos superan 3 mil 300 en las cifras oficiales, pero a la Organización Mundial de la Salud (OMS) le reportaron más de 5 mil 200.
¿Pero cómo hibernar Santiago, con casi 8 millones habitantes, que concentra 85 por ciento de los casos y cuya red hospitalaria está 97 por ciento copada; y eventualmente otras ciudades del país, como Antofagasta o Valparaíso, también muy complicadas?
La única posibilidad de terminar con esta situación angustiosa, origen de la mayor parte de las defunciones del país, es reducir franca y decididamente la movilidad en la ciudad. Es necesario considerar el apoyo económico directo a las familias, medidas de mayor confinamiento, tal vez una ampliación del toque de queda, restringir al máximo el acceso al transporte público, una fiscalización muchísimo más estricta, una reducción de los permisos, un llamado urgente a la población a unirse en torno a la causa de detener la epidemia a como dé lugar, una estrategia de aislamiento en residencias sanitarias más agresiva
, dijo la organización.
Desde marzo, el presidente Piñera dio luz verde a una estrategia de cuarentenas selectivas aplicadas por sectores o incluso subsectores de las ciudades, las cuales probaron ser efectivas sólo en comunas aisladas o con pocos habitantes, no así en grandes centros urbanos, donde los desplazamientos masivos continuaron.
El gobierno ensayó después una cuarentena generalizada en Santiago que no logró disminuir la movilidad en más de 40 por ciento, porque millones de personas requieren salir diariamente a las calles por el sustento diario de sus familias, máxime cuando el apoyo financiero directo desde el Estado ha sido escaso, insuficiente y lento.
Esa mala estrategia le costó el cargo el sábado pasado a Jaime Máñalich, ex ministro de Salud y dilecto protegido del presidente, cuya autoridad estaba absolutamente desgastada y con una credibilidad cercana a cero, según él lo reconoció.
El nuevo ministro, Enrique Paris, que ha debutado con un estilo mucho más empático e inclusivo en la gestión de la crisis sanitaria, deberá convencer a Piñera de que es necesario deponer su fallida obsesión de priorizar continuar las actividades económicas por sobre la salud y vida de los ciudadanos. Por lo pronto, ya dijo que las cuarentenas continuarán al menos hasta julio y que el año escolar, paralizado desde abril, se verá si puede ser retomado en agosto.