Con la participación de ocho creadoras nacidas o radicadas en Morelos, los miércoles de junio, a las 18 horas en la página de Facebook de La Tallera, se lleva a cabo el ciclo de performance feminista Contingentxs, el cual se propone reflexionar sobre los efectos de la contingencia sanitaria en los cuerpos de las mujeres, al tiempo de continuar con la discusión sobre la necesidad de erradicar el machismo, que afecta a la mitad de la población mundial.

Organizado por el museo y centro cultural La Tallera –sede de la Sala de Arte Público Siqueiros, en Cuernavaca–, las artistas participantes explicaron que después de la enorme visibilidad que tuvieron las marchas del Día Internacional de la Mujer y el paro nacional del pasado 9 de marzo, la llegada a México del Covid-19 invisibilizó las demandas por una vida libre de violencia para las mujeres y las confinó en los hogares.

Dicho ciclo de performances se propone reflexionar sobre cómo convertir el espacio privado en uno público para recuperar la visibilidad de las demandas y crear proximidad desde la distancia física. La idea es reflexionar de manera crítica acerca del trabajo doméstico, la economía y la precariedad laboral, así como sobre las políticas corporales que se han originado a partir de la emergencia sanitaria.

El pasado 3 de junio, Yunuen Díaz presentó Proxémica, en torno a la reconfiguración del espacio social y la intimidad.

Cada miércoles se presentarán dos performances. El 10 de junio, el ciclo continúa con Larisa Escobedo y su propuesta Receta autoindigestiva, en la cual expresa que la cocina ha sido la cárcel de las mujeres en la que han estado confinadas durante siglos, y Marina Ruiz con Patio interior 2: anidando, en el que propone la escucha y contemplación como formas de autoconocimiento y de reconexión con las mujeres y con su entorno inmediato y doméstico.

El 17 de junio, Xochiquetzal Salazar y Denisse Buendía presentarán Politizar la casa, y el 24 de junio concluirá el ciclo con Beatriz Dávila Brom, quien montará Sentir/Pelear, pieza con la que busca trastocar la semiótica corporal del trabajo femenino, y Yuliana Neri Arriaga con la pieza Hervidera en encierro, con la que hace evidentes las narrativas invisibles de la violencia intrafamiliar.