Las bravatas de Alfaro // Triunfo de anarquistas bien entrenados // Acabó paciencia de policías // Jalisco: signos de la ausencia de gobierno
in mayores pruebas y sólo con el ostensible afán de convertirse en el jefe de la banda de los siete gobernadores dispuestos a hacerle la guerra al presidente Andrés Manuel López Obrador, Enrique Alfaro, el de Jalisco, parecía amarrarse el dedo antes de la cortada y disparaba acusaciones como quien lanza la piedra y...
Eran bravatas insostenibles que sólo se podían meter en el cajón de las campañas en contra del gobierno federal; de pasada, culpó a la ciudad y sus sótanos
de exportar una perversidad que, carente de pruebas, no pudo sostener y con la que llevó al ridículo, una vez más, al dirigente de su partido, Dante Delgado.
Curiosamente, un día después, por las calles de la Ciudad de México, donde según Alfaro se orquestó la protesta en su contra, más de medio centenar de jóvenes a quienes repudian las organizaciones civiles que pretendían realizar una protesta en paz, aparecieron con su negrura de siempre y con ataques que cualquiera podría calificar de homicidas.
Para nadie es un secreto que los grupos a quienes se conoce como anarquistas
son gasolina dispuesta a explotar y hasta se podría decir que no les importa qué mano enciende el cerillo, siempre están listos y bien entrenados para incendiar la pradera.
Este viernes en la capital los anarquistas consiguieron el triunfo largamente esperado: una víctima. Los policías de la CDMX, que ya habían aguantado sin desquiciarse, sin romper las órdenes cada que se realizaba una protesta de jóvenes y se mantenían vigilantes, al margen, arremetieron en contra de una joven a quien patearon en el suelo.
Como decíamos, fue un día después de lo sucedido al gobierno de Alfaro en Jalisco, y ellos, los policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, sabían desde una noche antes que volverían a ser provocados y tendrían que sacar toda la paciencia que el entrenamiento les había dado para no desobedecer las órdenes de mantenerse firmes para no caer en la provocación, de no ejercer la violencia.
Pero casualmente esta vez el entrenamiento no les sirvió de nada y nada mejor para ejercer su fuerza y crear escándalo que una mujer que físicamente se mira débil frente a los equipados policías, que tal vez no estén enterados que hace tres días cambió la ley y las penas para ellos por usar la fuerza excesiva son del doble de la condena que estaba señalada con anterioridad.
Hilos débiles los de la policía y los anarcos. Por una causa o por otra, ambos pueden llegar a servir a un amo perverso que busque, por ejemplo, aprovechar el caos para alimentar su ego.
En Jalisco se enseñorea la violencia, domina el cártel más peligroso del país, se vende sin mayor problema alcohol adulterado que mata a la gente y los abusos policiacos se manifiestan con la muerte de sus habitantes, entre otros signos de ausencia de gobierno, que pretende desviar la atención con la bravata continua y trata de justificarse ejerciendo la mano dura.
Todo lo sucedido el viernes en la capital fue medido con cautela por la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, quien dio la cara para reconocer que las órdenes estrictas de no ejercer violencia en contra de los encapuchados habían sido desobedecidas y, sin discursos engañosos o falsos, exigió la captura de los policías y la investigación del caso que en una de ésas nos va a sorprender. Ya veremos.
De Pasadita
Dentro de todos los problemas y las broncas inútiles que ha causado la pandemia, una de las más absurdas es la que buscaba culpar al presidente López Obrador de no guardar el aislamiento al que obliga la posibilidad de contagio.
Sólo se permitió que las actividades prioritarias
se ejercieran. Así, todos aquellos que urgían para la cotidianidad, aunque con algunas restricciones, siguieron su participación social casi normal. Fueron muchas las actividades que no pararon por esenciales y prioritarias, pero para algunos gobernar ni es esencial ni prioritario. Bueno, ¿de qué se trata?