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Hoy brinda refugio a 13 mujeres

Colectivo @CTiresias da comida y cobijo a trabajadoras sexuales y personas en situación de calle

¿A dónde iban a ir si los hoteles cerraron por el Covid-19?, expresa su fundadora Kenya Cuevas

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▲ Toman diversas precauciones para evitar que en las filas haya riesgo de contagios.Foto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Domingo 31 de mayo de 2020, p. 13

Ellas se quedaron en casa. ¿A dónde iban a ir? “Los hoteles cerraron por el Covid-19, las trabajadoras sexuales se vieron muy afectadas y empezamos a venir por sus necesidades primarias… Vimos que muchas de ellas no habían comido, y por días se la aventaron así. Decidimos traerles de comer”, dice Kenya Cuevas, quien fundó la asociación civil Casa de las Muñecas Tiresias.

Nos enfocamos en trabajar con poblaciones en situaciones de vulnerabilidad, en particular personas en situación de calle, población Lgtbttti+, trabajadoras sexuales, usuarios de drogas y sustancias no controladas, se lee en una de las presentaciones de la agrupación @CTiresias.

Parece la descripción de la fila que se hace dos veces por semana, pasada la una de la tarde, a espaldas de la estación del Metro Revolución. Son una parte de los habitantes habituales de estas calles, conocidas por la presencia de muchas personas en situación de calle y porque en la zona ejercen unas mil trabajadoras y trabajadores sexuales (el dato lo proporciona la propia activista).

En la fila también hay muchos ancianos que habitan en la zona y llegan paso a pasito. Comienzan a formarse en cuanto las activistas de Tiresias levantan una pequeña carpa y una mesa a la espera de los alimentos. Este viernes tocó pollo a los cuatro chiles, frijoles, tortillas y agua de horchata, refiere la fundadora de la asociación.

Las activistas recorren la fila: piden se guarde la sana distancia, reparten cubrebocas y gel para prevenir que alguien se contagie de Covid-19. En eso llegan los médicos Alejandro de la Vega, de la alcaldía Cuauhtémoc, y su colega Joel Vázquez, quienes revisan uno por uno a los formados. Tras tomarles la temperatura, mandan a la sombrita a tres personas. Después de un rato les vuelven a poner el termómetro y descartan cualquier caso de fiebre.

Kenya Cuevas, quien fue trabajadora sexual transgénero, al igual que muchas personas que hoy ayudan, es muy movida y echa mano de todo lo que puede: apoyos del gobierno central de la Ciudad de México, de la alcaldía Cuauhtémoc y de donantes privados (para 200 comidas en esta crisis, por ejemplo).

Así, ha logrado inaugurar una casa refugio para trabajadoras sexuales transgénero. Actualmente, la casa refugia a 13 mujeres a las que queremos darles herramientas para que ellas puedan salir en otros ámbitos de la vida.

Cuevas fundó la asociación tras el asesinato de su amiga Paola Buenrostro, en 2016, a unos pasos de este lugar, donde el único adorno es un pequeño altar con imágenes de la Virgen de Guadalupe y San Judas Tadeo.

“Estoy en situación de calle, no tengo casa ni nada, me quedo en la calle… a veces con una amiga que tenga casa”. Habla Daniela, trabajadora sexual trans, quien acepta la entrevista, pero pide que sea una vez que termine de comer. Tiene 61 años y viste un traje sastre. Trabaja en esta zona desde que tenía 26 y en ese largo tiempo dice haber visto “de todo, razzias, operativos, enfermedades”. Perdió la cuenta de cuántas veces la llevaron a la delegación.

Eso sí, nunca le había tocado lo que se vive en estos días. Se soltó la delincuencia, hay mucha droga, y yo creo que por la misma enfermedad la gente anda neurasténica, muy agresiva.

Daniela dice que apenas en estos días comenzó de nuevo el movimiento en estas calles, en las que ya reaparecieron los vendedores ambulantes.

Enfrente hay un hotel. Al lado de la puerta, un comedido letrero dice: Este negocio se encuentra sin servicio temporalmente. Por lo cual se pide a toda la gente que ayude a la emergencia sanitaria y no se acerque a la puerta, ya sea a pedir servicio de hospedaje o para cualquier otra cosa.

Los hoteles estuvieron cerrados. No teníamos dónde ocuparnos ni nada, dice Daniela. Apenas comenzaron a abrir, aunque dice también que durante toda la temporada hubo tres hoteles clandestinos que daban servicio por sus puertas traseras. Igual que muchos negocios en toda la capital.

Antes de pedir cualquier cosa, las mujeres trans utilizan las expresiones mi amor o mi vida. Así habla Kenya con un anciano diminuto que le pregunta si tiene un lugar para hospedarlo. Le ofrece una opción en Chalco y quedan de acuerdo. Muy amable, susurra el anciano.

Se pregunta a Daniela qué piensa del trabajo de Tiresias: es magnífico, porque es el mismo pueblo, nosotros. Y doy gracias a los que han donado algo, porque son humanos y nos han mandado qué comer y con qué cobijarnos.