Atenas. Artistas y técnicos del espectáculo han alzado su voz en Grecia para evidenciar los problemas crónicos, agravados por la crisis del nuevo coronavirus, de un sector que es considerado, más que una profesión, un pasatiempo.

Para nosotros no hay vuelta a la normalidad, lamentó Natasa Bofiliou, estrella de la música popular, una de los tantos miles de artistas griegos preocupados por el impacto en sus ingresos del aislamiento.

Con el cierre de teatros y cines, la mayoría de los conciertos y festivales, programados generalmente en verano, fueron cancelados, aplazados u obligados a reducir su capacidad al 40 por ciento para respetar las reglas de distanciamiento social.

El festival internacional de Atenas, que atrae a muchos turistas, no comenzará sino hasta mediados de julio, seis semanas después de lo acostumbrado.

En Kalamata, los organizadores siguen siendo optimistas sobre la apertura del festival internacional de danza como estaba previsto el 16 de julio.

Sin embargo, el encuentro internacional de cine documental de Salónica, previsto para marzo, redujo su programación y se celebrará a finales de mayo, pero en línea.

En un país donde los derechos de autor son poco respetados, los artistas, que se consideran ignorados por el gobierno, se manifestaron enmascarados en abril ante el ministerio de Hacienda.

En un país civilizado, los artistas deben ser respetados prioritariamente, expresó en su momento Mikis Théodorakis, famoso compositor griego.

Para el gobierno y el ministerio de Cultura, somos invisibles, criticó también Kostas Kehayoglou, presidente de la federación de empleados del espectáculo.

El jueves, unos 2 mil actores, músicos y artistas, con máscaras de protección, se reunieron ante el parlamento en Atenas para denunciar una gran injusticia.

El arte sigue vivo y ”Detrás de los payasos hay rostros”, se leía en las pancartas.

Bajo presión, la ministra de la Cultura, Lina Mendoni, anunció a un presupuesto de 100 millones de euros para reiniciar el sector.