Teherán. En la azotea de su edificio de apartamentos en Teherán, los dedos de Mojgan Hosseini, de 28 años, tocan las cuerdas de su qanun, antiguo instrumento de cuerdas, y así da vida a una capital iraní aquietada por el nuevo coronavirus.

Con las salas de espectáculos cerradas y muchos aislados en sus casas como resultado del peor brote de virus de Oriente Medio, Hosseini y otros músicos iraníes encuentran ahora espacios de actuación donde pueden. Eso incluye tejados salpicados de tanques de agua y llenos de escombros, porches vacíos y ventanas de apartamentos abiertas. Su música flota sobre otras personas atrapadas en sus casas, temerosos del Covid-19 causado por el virus.

Sus conciertos improvisados atraen aplausos y ofrecen esperanza a sus oyentes, incluso cuando las actuaciones públicas todavía atraen el escrutinio de la República Islámica.

“No somos trabajadores médicos de primera línea, custodios de hospitales o empleados de tiendas de comestibles, pero creo que muchos músicos –incluso yo– han sentido la obligación de ofrecer sus servicios de comodidad y entretenimiento en estos tiempos difíciles”, refirió Arif Mirbaghi, que toca el contrabajo en su patio delantero.

Según la agencia de noticias Xinhua, Irán ha sido duramente golpeado por el virus con más de 91 mil casos confirmados, y más de 5 mil 806 muertes.

Los músicos han sido durante mucho tiempo un pilar de la vida iraní, que se remonta a los antiguos imperios persas. La leyenda dice que el rey Jamshid, cuarto monarca de la dinastía Pishdadian, conocido como el rey del mundo, creó la música con una lira de cuatro cuerdas.

Con el tiempo, la influencia occidental trajo consigo las sinfonías de Europa. Inicialmente, después de la Revolución Islámica de 1979, el pop y la música con influencia occidental casi desaparecieron. La música clásica resurgió lentamente en el decenio de 1990 y se ha hecho cada vez más popular. Pero las mujeres todavía no pueden cantar antes de que el público, incluso los hombres, y los partidarios de la línea dura, hayan interrumpido los conciertos que han ampliado los límites culturales impuestos por la teocracia chiíta de Irán. Fuera de Teherán, los funcionarios impiden cada vez más las actuaciones.

Pero la pandemia del nuevo coronavirus ha aflojado algunas costumbres, ya que los médicos y enfermeras bailan en los videos de los medios sociales que antes podían servir como motivo de arresto.

Entre los que están en los tejados se encuentra el compositor e intérprete de tar de 36 años, Midya Farajnejad. El tar es un instrumento de cuerda de cuello largo.

No es fácil quedarme en casa y no estar en el escenario durante la cuarentena, así que juego con tar en el techo, para compartir mis emociones con los vecinos, señaló Farajnejad durante una pausa en una de sus últimas sesiones.

Otros, como el acordeonista de 26 años, Kaveh Ghafari, están de acuerdo.

Durante estos días de cuarentena, el único lugar en el que siento que puedo compartir mi música es en mi patio, con mis vecinos como mi principal audiencia, dijo. En estos días puedo sentir el poder del arte más que nunca.

Para Hosseini, la intérprete de qanun, la música le da una salida que de otra manera tendría como miembro de la Orquesta Nacional de Irán. Sólo se podía escuchar el ocasional canto de una moto o de un pájaro mientras tocaba una tarde reciente.

Desde que el Covid-19 llegó a Teherán, la azotea de mi apartamento se ha convertido en mi escenario para actuar y mis vecinos se han vuelto mi principal audiencia estos días, manifestó.