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Medicina y salud
L

os antiguos griegos aportaron conceptos de extraordinario valor para enfrentar los retos que se nos presentan en diversos campos de la vida moderna, entre ellos la educación, la salud y la economía. De manera sintética: en economía, la distinción entre ésta y la crematística; en salud, la consideración integral de la persona y su entorno y la simbiosis con la educación, y en educación, la concepción de ésta como paideia, la aspiración del desarrollo pleno de los seres humanos.

Atender estos aportes tan remotos puede contribuir a sentar las bases de las profundas reformas que exigirá la nueva vida una vez pasada la crisis del coronavirus, y a superar el no pensamiento anquilosado dominante en la sociedad contemporánea. En las reacciones de los señores del gran dinero (y sus teóricos, los economistas) se hace hoy evidente la perversión que significa identificar riqueza con dinero, y el abismo al que con ello se conduce a la humanidad; en la salud, se exhibe la barbarie que significa la consideración de los seres humanos como consumidores, como clientes, como oportunidad de negocio, y el condicionar servicios, equipos y medicamentos a las utilidades (o, en el mejor de los casos, a una reciprocidad); y en educación, se hacen evidentes el predominio del valor de cambio pragmático de los conocimientos, y la ausencia de un análisis ético, filosófico, axiológico, humanista, como base de una nueva educación.

La pandemia del coronavirus ha mostrado la urgencia de dejar atrás el enfoque meramente médico curativo de la salud; esto es, abandonar la idea de salud exclusivamente como supresión de la enfermedad, y promover la salud en sí misma como la definió la Organización Mundial de la Salud desde su constitución en 1948: El estado completo de bienestar físico y social de una persona, definición esquemática y ya muy discutida y ampliada, pero que se separa de la visión impuesta durante siglos, y se aproxima al ideal helénico.

En una conferencia realizada años después, la OMS declaró firmemente: la salud, (en tanto) estado de completo bienestar físico, mental y social, y no únicamente la ausencia de afecciones o enfermedades, es un derecho humano fundamental y que el logro del grado más alto posible de salud es un objetivo social sumamente importante en todo el mundo, cuya realización exige la intervención de muchos otros sectores sociales y económicos, además del de la salud. Comprende, cuando menos, las siguientes actividades: la educación sobre los principales problemas de salud y sobre los métodos de prevención y de lucha correspondientes.

En 2000 se realizó en la Ciudad de México la quinta Conferencia Mundial de Promoción de la Salud que produjo una Declaración ministerial de México para la promoción de la salud, una de sus conclusiones subraya: la promoción de la salud debe ser un componente fundamental de las políticas y programas de salud en todos los países, en la búsqueda de la equidad y de una mejor salud para todos.

En dicha conferencia, el doctor mexicano Mariano García Viveros, en ese tiempo responsable del departamento de educación para la salud del Instituto Nacional de Nutrición, tuvo una destacada participación. Al año siguiente (2001) la Universidad de la Ciudad de México abrió sus puertas y García Viveros, con generosidad y entusiasmo, se sumó apoyando la creación en la ahora UACM, de un programa de promoción de la salud que incluye desde entonces una licenciatura en promoción de la salud. Ésta se imparte en cuatro planteles y de ella han egresado varios cientos de universitarios. No son médicos, son licenciados en promoción de la salud. El propósito de esta carrera es formar profesionales en promoción y educación para la salud con una perspectiva interdisciplinaria, capaces de identificar, diseñar y desarrollar modelos que los hagan participar en las acciones del sector salud, social y educativo dirigidos a mejorar la calidad de vida de la población en general.

En el ámbito universitario mexicano, la UACM se adelantó en la implantación de esta carrera profesional, años después se ha establecido en otras instituciones. En otros partes, como Estados Unidos y varios países europeos y latinoamericanos, existe desde tiempo atrás y ellas forman a miles de profesionales que la ejercen con gran beneficio social.

No se trata, como pudiera alguien pensar, de una subprofesión. Una breve mención de algunas de las áreas de formación que comprenden los 10 semestres de duración de los estudios, permite constatar la solidez de la formación que proporciona: materias básicas para el conocimiento del ser humano: química, anatomía, fisiología, sicología, nutrición; teorías epistemológicas y socioeconómicas para la comprensión de la realidad social, factores condicionantes y de riesgo para la salud integral del individuo y de la comunidad en general, metodologías de la investigación social, educativa y de salud pública, paradigmas y tecnología educativa, diagnóstico, políticas, planeación, sobre necesidades y problemas que inciden en la salud integral de individuos y grupos como espacio de integración profesional.

Por supuesto, en todo el mundo también un número considerable de médicos trabaja no únicamente en la curación de enfermedades, sino en la promoción y educación para la salud, y existen dependencias gubernamentales que desarrollan esta trascendental función. Sin embargo, los recursos destinados a ella son minúsculos en comparación con las gigantescas cantidades que absorben los negocios de producción y comercio de medicinas.