Durante marzo pasado el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) descendió 0.05 por ciento, único retroceso para un mes similar desde 1969 que registra la serie; con ello la inflación anual fue de 3.25, reportó ayer el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

La baja derivó de la reducción de los precios de los energéticos, que sólo en marzo restaron 4.17 por ciento; por ello, respecto de marzo de 2019, reflejaron una contracción de 6.36. Mientras, los productos agropecuarios subieron 1.30 y 9.96, respectivamente.

Los resultados del INPC tienen como telón de fondo que en dicho mes comenzó a propagarse en México la pandemia de Covid-19 y con ello se promovieron de forma gradual las medidas de distanciamiento social y resguardo en los hogares para desacelerar los contagios. Además, una reducción en los servicios de turismo por la parálisis que atraviesa el sector a escala mundial.

En el contexto internacional, las cadenas globales de producción han sido interrumpidas y con ello la comercialización de algunos productos. Sobre todo, marzo fue marcado por el desplome de los precios internacionales del crudo, que han tenido efecto en una baja de las gasolinas.

Por componentes, el índice subyacente aumentó 0.29 por ciento mensual y 3.6 anual. El no subyacente –por medio del que se miden los bienes más propensos a variar, como las gasolinas– retrocedió 1.06 mensual, con un aumento de 2.19 a tasa anual.

Pese a que la Procuraduría Federal del Consumidor ha advertido que se impondrán multas hasta de 3 millones de pesos a quienes –sin justificación– eleven el costo de productos básicos en la actual crisis, fueron huevo, pollo y aguacate los insumos cuyo incremento más presionó el INPC, al haberse encarecido 6.32 por ciento, 3.64 y 15.60, respectivamente. Por el contrario, las gasolinas de bajo y alto octanaje se vendieron, respectivamente, 7.24 y 6.30 por ciento más baratas.

Esos resultados reflejan que hay una balanza de riesgos muy variada para la inflación, según análisis de grupos financieros.