Opinión
Ver día anteriorJueves 19 de marzo de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Pandemia
Coronavirus y política económica
L

a pandemia está llevando a que en el mundo se tomen decisiones en materia económica de gran alcance, mientras en México nos mantenemos en la fase 1, que quiere decir que estamos en espera de que se desate nacionalmente la epidemia. Los ministros de Finanzas de los países del G-7, que ya se encuentran en una fase avanzada de la epidemia, han decidido que usarán todos los instrumentos de política económica para contener la amenaza que ha planteado el coronavirus. El Sistema de la Reserva Federal, por su parte, decidió reducir la tasa de los fondos federales en 100 puntos base, llevándola a entre 0 y 0.25 por ciento anual, junto con la reactivación de la política de compra de valores de Tesorería, incrementando su cartera en al menos 500 mil millones de dólares. En contraste, nuestro banco central, ajustado a su mandato fundamental de ocuparse de mantener estabilidad de precios, se mantiene a la expectativa sosteniendo una tasa de referencia de 7 por ciento anual.

Además, gobiernos de países europeos han publicado un conjunto de decisiones de carácter fiscal que procurarán contener los efectos negativos de la parálisis de las actividades. Francia ha suspendido el cobro de servicios públicos, así como el pago de contribuciones fiscales, al tiempo que ha dispuesto de 300 mil millones de euros para salvar a sus empresas. España ha destinado 20 mil millones de euros para resarcir a empresas por las pérdidas generadas por el confinamiento. En marcado contraste, en México AMLO ha señalado que con los recursos rescatados por el combate a la corrupción habrá suficiente para enfrentar la contingencia, sin especificar nada más.

De modo que hay en curso, en efecto, medidas fiscales y monetarias que gobiernos y banqueros centrales de los principales países infectados están poniendo en marcha, para contener los devastadores impactos económicos que está generando la suspensión de actividades de todo tipo en el mundo. Los mexicanos, evidentemente tarde, también viviremos la suspensión de todas nuestras actividades y, en consecuencia, se producirán impactos económicos muy negativos para el país y, como siempre, serán particularmente graves para los que menos tienen.

Lo grave es que, como escribe Barry Eichengreen, en Project Syndicate, ni las decisiones de los bancos centrales, ni la de los gobiernos podrán reparar la ruptura de las cadenas de abastecimiento, ni los créditos a la producción recuperarán la producción pérdida. Es importante reconocer que es indispensable hacer uso de todas las capacidades de respuesta que existen desde la política económica, pero que no detendremos la contracción, sólo lograremos mitigar sus mayores consecuencias.

Lo verdaderamente importante es la detección, la contención y el tratamiento de la enfermedad. Estas tres tareas globales demandan recursos fiscales, pero igualmente importante será que los gobiernos tengan la capacidad administrativa para enfrentar eficientemente el desafío. Se requiere que se restablezca la confianza pública en los gobiernos, lo que exigirá absoluta transparencia para hacer del conocimiento el avance de la infección y, por supuesto, el número de decesos.

Pese a que las respuestas que se han dado no resuelven, es indudable que tienen efectos positivos, aunque limitados. Peor sería, como es hasta ahora nuestro caso, que ni las autoridades monetarias, ni las fiscales se ocuparan de utilizar todos los instrumentos de política económica necesarios para mitigar el impacto de esta pandemia. De modo que es indudablemente cierto que es el momento en que el mando nacional y global tiene que estar en manos de las autoridades de salud pública, de los epidemiólogos y, en general, de los médicos. Mando que, por supuesto, tiene que coordinarse a escala global. Las medidas unilaterales y los exabruptos demagógicos no ayudan, sino complican.

Todo indica que el gobierno mexicano tendrá que tomar medidas firmes, como las que han instrumentado China, Corea del Sur, Italia, España y Francia, entre otros. Lo que significa que será indispensable paralizar las actividades de todo tipo en el país lo más pronto posible. El riesgo de salud es alto, incluso tomando estas medidas. De no tomarlas el riesgo se incrementará exponencialmente. Hemos tenido tiempo para observar la manera en que esos países han actuado, los problemas que han enfrentado y, lo más importante, los resultados en términos de la contención de la epidemia. Podemos actuar con la información disponible y, en consecuencia, cometer los menos errores posibles. Lo que ya no puede hacerse es seguir funcionando como si no hubiera certeza que los contagios comunitarios ocurrirán. Es el momento de actuar y mostrar la capacidad de un gobierno que presuntamente cuenta con respaldo mayoritario de la población.