n 2003 se abrió una enorme herida en el corazón del sistema político mexicano y se interrumpió la llamada transición democrática
.El Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido Revolucionario Institucional (PRI), con Elba Esther Gordillo como coordinadora de su fracción parlamentaria, se unieron para excluir al entonces partido de izquierda, el Partido de la Revolución Democrática (PRD), del acuerdo con respecto al nombramiento de los nuevos integrantes del Consejo General del entonces Instituto Federal Electoral (IFE).
En aquel momento, Andrés Manuel López Obrador ya se encontraba en caballo de hacienda hacia la Presidencia de la República y era importante para el PRIAN llenar al Consejo General con leales para poder detener su victoria en las elecciones presidenciales de 2006.
Lograron su objetivo. Aquel IFE, encabezado por Luis Carlos Ugalde, avaló el fraude electoral de 2006 y sentó las bases para la institucionalización de una cultura de simulación burocrática y parcialidad institucional que se ha mantenido hasta la fecha, aun con la transformación del IFE en el Instituto Nacional Electoral (INE) en 2014.
Pero hoy nos encontramos en un escenario político radicalmente distinto. La actual presencia mayoritaria de Morena en la Cámara de Diputados evitará cualquier intento de mayoriteo de parte de los partidos del viejo régimen.
Por primera vez en décadas, la izquierda podrá participar plenamente en el proceso de nombramiento de los nuevos consejeros electorales. La última vez fue en 1996, hace 24 años, cuando los consejeros electorales fueron decididos por el consenso de las fuerzas políticas.
Esta nueva coyuntura de ninguna manera implica la imposición de consejeros afines al partido político en el poder, sino simplemente la recuperación del principio del consenso, así como la incorporación de la plena pluralidad de enfoques y orientaciones en el Consejo General del INE.
En general, el presidente López Obrador ha dejado muy claro que la Cuarta Transformación no busca vengarse por las viejas heridas con la comisión de nuevos agravios, sino más bien generar un escenario para el saneamiento y la unidad nacional. La reintegración de la izquierda en la toma de decisiones públicas no implica la exclusión de otras expresiones ideológicas, sino todo lo contrario. Significa el rencauzamiento de la interrumpida transición democrática y la recuperación de un sano equilibrio entre las diferentes fuerzas sociales.
Tristemente, algunos actores políticos se niegan a aceptar los nuevos tiempos y se aferran al viejo sistema en que ellos detentaban todo el poder.
El rosario de impugnaciones, de parte de PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, a mi nombramiento como integrante del Comité Técnico de Evaluación para los Aspirantes al Consejo General del Instituto Nacional Electoral constituye un excelente botón de muestra de esta nostalgia autoritaria.
Un servidor cumple cabalmente con los requisitos legales para ocupar esta responsabilidad estrictamente honoraria, ya que la ley señala que los integrantes de este comité deben ser de reconocido prestigio
y que no hayan sido candidatos a cargos de elección popular
u ocupado cargos de dirección
durante los últimos cuatro años. Un servidor jamás ha sido candidato ni ocupado cargo directivo en partido político alguno.
Mi firme convicción de izquierda antineoliberal no debe ser considerada un punto en mi contra, sino precisamente lo contrario. La presencia de una persona con estos principios en un cuerpo colegiado de siete personas, donde los otros seis integrantes cuentan con una amplia variedad de enfoques y trayectorias profesionales muy respetables, no implica parcialidad, sino pluralidad. Después de 24 años, por fin se tomará en cuenta el espectro completo del panorama ideológico y no solamente una parte a la hora de revisar los perfiles de los candidatos al Consejo General del INE.
Es también importante señalar que los integrantes del comité técnico hemos tomado dos decisiones muy importantes para garantizar la plena independencia y autonomía de nuestro trabajo.
En primer lugar, nos hemos comprometido públicamente a cumplir con estrictas reglas de contacto y abstenernos de reunirnos de manera individual con aspirantes, dirigentes y/o militantes de partidos políticos e intermediarios para tratar cualquier asunto relacionado con el proceso
(véase: https://bit.ly/2wAl8qB).
En segundo lugar, la integración final de las cuatro quintetas de candidatos y candidatas al INE se hará de manera aleatoria para evitar cualquier suspicacia con respecto a criterios políticos a la hora de distribuir los 20 finalistas entre las cuatro listas que se entregarán a la Junta de Coordinación Política.
Estas determinaciones, junto con la innovadora metodología de trabajo acordada por consenso entre todos los miembros del comité técnico (disponible aquí: https://bit.ly/2TAxrw9), garantizará un proceso objetivo, profesional e independiente.