Sábado 29 de febrero de 2020, p. 3
La biblioteca comunitaria Carlos Montemayor fue inaugurada ayer en la Fábrica de Artes y Oficios (Faro) Azcapotzalco Xochikalli, acto que se inscribe en la conmemoración del humanista en su décimo aniversario luctuoso.
Como un homenaje a su obra, trayectoria y pensamiento, además de la apertura de ese espacio que contribuirá al fomento a la lectura, también se inauguró la exposición fotográfica Montemayor converso, integrada por más de 40 imágenes, retratos que dan cuenta de varias etapas de la vida del también traductor y poeta; pertenecientes al amplio álbum familiar de su viuda Susana de la Garza, quien junto con Alejandra y Jimena Montemayor Loyo, hijas del escritor, asistieron a la inauguración.
Desde niño conoció el poder transformador de los libros
Alejandra Montemayor, en nombre de la familia, destacó la relevancia de abrir una nueva biblioteca, como acceso al conocimiento y al desarrollo de la sociedad. ‘‘No concibo una casa sin una biblioteca porque siempre con mi papá, jamás hubo paredes suficientes para la cantidad de libros que tenía y adquiría. Teníamos libreros en el comedor, en la sala, en todos los cuartos, y tenía grandes acervos constituidos de acuerdo con los intereses que desarrolló durante toda su vida. Tenía ejemplares de poesía, religiosos, de cultura griega, libros y documentos sobre la guerrilla, sobre los grupos indígenas, sólo por mencionar algunos”.
‘‘Mi papá decidió donar en vida muchos de sus acervos a distintas bibliotecas e instituciones, recordó. ‘‘Todos sus archivos de investigación y su biblioteca de literatura y temas sociales los donó a la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, y todos sus libros sobre temas religiosos (griegos y filosóficos) al Seminario de Hidalgo del Parral.
‘‘Tras su partida en 2010, nosotras decidimos donar todos sus libros sobre antropología y lenguas originarias a la Casa de los Escritores en Lenguas Indígenas, que el año pasado fue inaugurada, la cual tiene una biblioteca que lleva su nombre.
‘‘Mi papá desde niño asistía a todas las bibliotecas que tuvo a su alcance; mis tías nos han platicado cómo su propio padre lo acompañaba y lo ayudaba a seleccionar libros, pues una vez que aprendió a leer, jamás dejó de utilizarlos como herramientas.
‘‘Desde niño conoció ese poder transformador de las bibliotecas, para ayudarnos a crecer como personas y para darle un valor añadido a la comunidad. Las bibliotecas formaron a mi padre como un sujeto activo para un país más justo, para visibilizar al México de la lucha, de las guerrillas y de los pueblos indígenas”.
La biblioteca comunitaria Carlos Montemayor, concluyó Alejandra, ‘‘significa mucho, significa que mi papá también está acá, significa un segundo hogar para todos”.
Esta biblioteca, comentó Azalia Membrillo, directora del Faro Azcapotzalco Xochikalli a La Jornada, se articula a manera de Casa de los Códices o Amoxcalli, donde hay libros de historia, música, filosofía, ciencia, pedagogía, poesía, crónica, novela y botánica.
En su primera etapa, su acervo es de unos 2 mil libros que se podrán consultar de 10 a 17 horas.
En la inauguración se leyeron poemas de Carlos Montemayor y por la tarde se programó proyectar la película La guerrilla y la esperanza: Lucio Cabañas, de Gerardo Tort.