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Lo echaré de menos todos los días, afirma

Maria Sharapova, la reina de Siberia, se va del tenis
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▲ La carismática tenista, quien anunció su retiro a los 32 años, posa junto a la torre Eiffel luego de ganar el torneo de Roland Garros en junio de 2014.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Jueves 27 de febrero de 2020, p. a12

París. De la huida de Chernobyl al estrellato mundial, de llegar con pocos dólares a Estados Unidos a amasar una fortuna de por lo menos 300 millones de euros: la tenista rusa Maria Sharapova ha protagonizado una carrera digna de una estrella de Hollywood, como la jugadora más mediática de su generación.

Sharapova, quien ayer anunció su retiro a los 32 años, se dio a conocer internacionalmente cuando era una adolescente de 17 años y ganó el torneo de Wimbledon en 2004.

Después ganaría los abiertos de Estados Unidos (2006) y de Australia (2008) y acabaría conquistando en dos ocasiones Roland Garros (2012 y 2014).

Nacida en Nyagan, en Siberia, Sharapova empuñó por primera vez una raqueta cuando tenía cuatro años, en Sochi, donde sus padres, de origen bielorruso, se refugiaron tras el accidente nuclear ocurrido en la central de Chernobyl en 1986.

Descubierta por la legendaria Martina Navratilova, fue animada a trasladarse a la prestigiosa academia de Nick Bollettieri en Florida, la misma en la que se formaron otros mitos de este deporte como Andre Agassi y Monica Seles.

Con siete años se trasladó a Estados Unidos (1994), acompañada únicamente por su padre Yuri y con 700 dólares en el bolsillo, por lo que su progenitor tuvo que trabajar como lavaplatos para costear el sueño de su hija, quien además estuvo dos años sin ver a su madre Yelena por restricciones de visado.

Sharapova debutó como profesional a los 14 años en 2001 y dos años más tarde se metió en el top 50 de la clasificación WTA, ganando sus primeros títulos en Japón y Quebec.

En 2005 se convirtió en la primera tenista rusa en alcanzar el número uno mundial, confirmado en 2006 con su segundo grande, el Abierto de Estados Unidos..

Pero en 2007 comenzaron sus problemas con las lesiones, sobre todo el hombro derecho.

A Sharapova le costó mucho volver a la élite. En 2012 ganó el Roland Garros, en una temporada en la que también obtuvo la plata olímpica en Londres y recuperó el trono del tenis mundial.

En esa carrera de altibajos, al título en París le siguieron repetidas lesiones que marcaron su temporada 2015 y, peor aún, el anuncio de su positivo por meldonium en el Abierto de Australia de 2016, en el que había perdido en cuartos de final ante Serena Williams, su gran rival dentro y fuera de las canchas.

Ese fue su último partido antes de la sanción por 15 meses que se le impuso por su positivo.

Con los años, Sharapova se convirtió en un icono comercial primero y en una gran empresaria después. Firmó una extensión de contrato con Nike valorado en 70 millones de dólares y en 2016 la revista Forbes calculó sus ingresos, entre premios deportivos y contratos de publicidad, en más de 300 millones de euros durante su carrera, convertida en la deportista mejor pagada hasta su suspensión.

La belleza vende. Sé que es en parte por esto que la gente me quiere y eso me conviene. No me voy a poner fea expresamente, llegó a admitir quien actualmente es propietaria de varias marcas de productos de lujo que le han convertido en una lucrativa mujer de negocios.

En 2012 lanzó su propia línea de caramelos, Sugarpova, y durante su suspensión por dopaje se inscribió en un curso en la prestigiosa Harvard Business School.

La sanción por dopaje provocó que Tag Heuer suspendiera las negociaciones por un nuevo contrato de publicidad y marcas como Porsche y Nike pararon temporalmente campañas de publicidad, aunque no llegaron a cortar del todo sus vínculos con la tenista rusa.

Cuando Sharapova regresó en 2017 había desaparecido de la clasificación mundial, lo que le hizo depender de las invitaciones para poder participar en torneos de prestigio, lo que provocó protestas de muchas rivales, quienes consideraban que tenían más méritos que la rusa de participar en esas pruebas.

Además, nunca volvió a recuperar su mejor nivel por sus recurrentes problemas en el hombro.

En su nota de adiós publicada en la revista Vogue, Sharapova escribió: Dando mi vida al tenis, el tenis me ha dado una vida. Lo echaré de menos todos los días.