Ray y Liz
oces distantes… Ray & Liz primer largometraje de ficción y recuento autobiográfico del fotógrafo y cineasta británico Richard Billingham, tuvo como primer momento, en su laboriosa etapa de preparación, una exposición fotográfica suya titulada Ray’s a Laugh, en la que el artista mostraba imágenes de su familia (un padre alcohólico, una madre obesa y malhablada, un tío con discapacidad mental, y un pequeño hermano algo tirado al abandono). Dos cortometrajes amateur suyos se habían centrado antes en las figuras del padre y del tío, respectivamente. El contexto social de aquel retrato de familia disfuncional, sobreviviendo en los márgenes de la asistencia social, era la Inglaterra de los años 80, en las regiones obreras del Midlands, bajo el gobierno neoliberal de Margaret Thatcher.
A partir de esa experiencia fotográfica, Billingham elige filmar Ray & Liz en 16 milímetros y un formato 4:3 (el marco de una ventana, según el cineasta) para transmitir mejor el realismo de interiores domésticos muy cerrados con el que se captura la intimidad de una vida precaria marcada por el abandono social, la adicción al alcohol, la comida chatarra, y la violencia. Dividida cronológicamente en tres segmentos, la cinta evoca la infancia del director, con el niño Sid (Richard Ashton), su alter ego evidente, como discreto testigo del proceso de desintegración doméstica que obliga a su hermano menor Jason (Joshua Millard-Lloyd) a ser confiado en adopción a otra familia, a su tío infantilizado e impotente a naufragar en el maltrato y el olvido, a su madre Liz (Ella Smith) a separarse de su esposo, el apocado y socialmente inservible Ray (Justin Salinger), como figuras emblemáticas de los nefastos saldos de un frágil estado de bienestar británico remplazado, para mayor desgracia, por el rapaz conservadurismo thatcheriano.
El clima social que describe Billingham remite a los retratos sociales del primer cine de Kenneth Loach (Pobre vaca, 1967; Vida en familia, 1971), aunque el director señala como fuente mayor de inspiración la notable Trilogía de Terence Davies (1993). El aspecto más interesante en Ray & Liz no es tanto el registro de una miseria social que desemboca en el alcoholismo, como mostrar la increíble anestesia moral que padecen los protagonistas y que desdibuja los afectos familiares y todo rastro de empatía y solidaridad con el entorno social. Raymond y su esposa Liz viven obnubilados en una burbuja de insensibilidad aparente que les hace casi preferir y atender mejor a sus mascotas que a sus propios hijos. Curiosamente, en el duro retrato doméstico que traza el director no hay un ápice de rencor o de amargura, simplemente una aguda observación social detrás de la cual se insinúa una inmensa melancolía impregnada de ternura.
Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional a las 16 y 21 horas.
Twitter: CarlosBonfil1