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Golpe de Estado en Bolivia
Morales agradece al Presidente y al pueblo por salvarle la vida

Habrá paz cuando se garantice la justicia social, sostiene

 
Periódico La Jornada
Miércoles 13 de noviembre de 2019, p. 6

¡Evo, Evo, Evo!, gritaban los camarógrafos, tratando de atraer la atención y la mirada de quien hasta hace dos días era presidente de Bolivia. Evo Morales Ayma, con su entrenamiento de 13 años en el poder, les dio la foto: el puño en alto a la altura de los trazos duros de su rostro.

Un minuto antes, el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, se había acercado hasta la escalerilla del avión, luego de grabar con su propio celular los últimos movimientos de aeronave de la Fuerza Aérea Mexicana que anduvo como pelotita de un país a otro, su bitácora de vuelo devenida lección de geopolítica. En ese breve intercambio lleno de gestos afectuosos, Morales aceptó dar un mensaje a la pequeña legión reporteril que lo esperó las largas horas del rocambolesco periplo que lo trajo a tierras mexicanas.

Ebrard, quien ya se había referido al tema boliviano con largueza en la conferencia mañanera, se limitó a reiterar que el asilo que se le ha ofrecido ha sido efectivo, y ya está en tierras mexicanas, donde gozará de libertad, seguridad, integridad, protección a su vida, que son las causas que nos animan.

La recepción, a un costado del antiguo y ahora inútil Hangar Presidencial, duró apenas ocho minutos porque el ex presidente no aceptó preguntas y se limitó a ofrecer un mensaje de agradecimiento al país que le brinda asilo, una enumeración de las barbaridades cometidas contra él y sus seguidores y la promesa, dirigida a sus partidarios, de que seguirá en la política hasta el último de sus días.

Tras el acto, el canciller Ebrard compartió un pequeño video que Morales grabó poco antes del aterrizaje de la aeronave que lo trajo a territorio mexicano: (Quiero) agradecer profundamente al presidente de México, al gobierno y al pueblo por salvarme la vida. Digo esto porque el sábado 9 de este mes a uno de mi equipo de seguridad, a través de mensajes y llamadas telefónicas, (le) pidieron que entregara a Evo a cambio de 50 mil dólares.

Acto seguido –pasaditas las 11 de la mañana– explicó que por el nuevo triunfo en la primera vuelta de las elecciones del 20 de octubre empezó el golpe de Estado. En la última etapa, lamentablemente, al golpe político-cívico se sumó la Policía Nacional.

Y comenzó el recuento que incluyó tres semanas de oficinas de gobierno y casas de funcionarios en llamas, del saqueo de la vivienda de su hermana y de la suya propia. Anteayer saquearon mi casa en Cochabamba. Intentaron saquear y quemar otra pequeña casa (y no lo consiguieron) gracias a los vecinos que la protegieron, estoy muy agradecido de la defensa del pueblo.

Siguió con el listado de actos de amedrentamiento, de intimidación que condujeron a la renuncia de alcaldes afines al Movimiento al Socialismo, su partido. No renunciaron por cobardes, sino de tantas represalias contra las familias, contra los niños, secuestros, amenazas de quemarlos. Toda una política de escarmiento, resumió.

Y una vez más volvió a la razón esencial de su renuncia: (que no haya más hechos de sangre y a la reiteración de su gratitud: Estamos muy agradecidos porque el presidente de México, su gobierno, me salvó la vida.

Luego se dirigió a los suyos –a los que no ha perdido, porque en su camino de 13 años en el gobierno rompió con una parte de los movimientos populares que lo llevaron al poder por vez primera en 2006–, a las agrupaciones, los gremios y los ex funcionarios de su gobierno:

“Mientras tenga la vida seguimos en política, mientras tenga la vida sigue la lucha y estamos seguros que los pueblos del mundo tienen todo el derecho a liberarse… Pensé que habíamos terminado con la opresión, con la discriminación, con la humillación, pero surgen otros grupos que no respetan la vida, menos a la patria. Será parte de las luchas ideológicas, programáticas, culturales y sociales.”

Ser indígena y antimperialista, siguió el boliviano, es nuestro peor delito, pues sólo “hemos implementado programas sociales para los más humildes, buscando la igualdad, la justicia, (porque) estoy convencido (que) sólo veremos paz cuando se va a garantizar la justicia social… No por este golpe voy a cambiar ideológicamente”.

La capacidad de trabajo de Evo Morales es ampliamente conocida. Marcelo Ebrard dijo que si ofrecía unzz mensaje a los medios dependería de él y de su cansancio tras estos días de vértigo.

Morales no sólo habló a la prensa sino que de inmediato se lanzó con ocho tuits que ya podríamos llamar los escritos mexicanos de un aymara.

Con las manos en el cinturón y la seriedad obligada del momento, atestiguaba su eterno compañero de fórmula, Álvaro García Linera, el cerebro del gobierno de Morales, según Raúl Zibechi.

Apenas en julio pasado García Linera estuvo en México en circunstancias muy distintas. En un foro en el Teatro de la Ciudad, compartió micrófono con la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, de quien fue condiscípulo en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Al examinar los retos de los llamados gobiernos progresistas, dijo: La esperanza no es un cheque en blanco, no es para siempre. Requiere un conjunto de respuestas concretas, cotidianas, estabilidad y crecimiento económico.

Tales respuestas fueron insuficientes a los ojos de los bolivianos, dirán los críticos de Evo. O precisamente porque lo fueron generaron el odio contra su gobierno, dirán sus defensores.

La pregunta se imponía mientras un helicóptero de la Marina se elevaba con rumbo al sitio reservado donde se dará alojamiento al ex presidente.

¿Evo llegó a México y todo en Bolivia tomará el cauce que definan sus opositores?

Está por verse.

El partido de Morales, el MAS, tiene mayoría en el Congreso y sin la participación de sus legisladores no habrá quórum para designar una presidencia interina.

Eso no impidió que la senadora de oposición Jeanine Áñez, según reporte de agencias, se autoproclamara presidente interina sin los votos de los congresistas.

¿Fin de la historia? Tal vez habría que atender voces como la del sociólogo venezolano Javier Biardeau, que para en seco a la legión de expertos en Bolivia que inundan las redes sociales: “La sociedad boliviana es una sociedad abigarrada, y su complejidad y heterogeneidad étnica, social y territorial le juega la peor de las muecas a los pronosticadores…”