n la más reciente reunión de la junta de gobierno del Banco de México (BdeM) sus miembros decidieron reducir 25 puntos base la tasa de interés interbancaria a un día. Esta disminución de un cuarto de punto no fue aprobada unánimemente, sino que de cinco integrantes dos votaron en contra, ya que proponían que la tasa de interés se redujera un poco más: medio punto. Había quienes señalaban que el BdeM podía reducir un punto porcentual la tasa, dejándola en 7 por ciento, pero se impuso una visión esencialmente conservadora. AMLO celebró mucho
esta reducción, pero expreso que el Banco de México, además de controlar la inflación, debería preocupase por el crecimiento económico
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Al señalamiento de AMLO, respondió inmediatamente el gobernador de BdeM señalando que todos los bancos centrales tienen el objetivo primordial de procurar estabilidad de precios. Al conseguirlo contribuyen a crear un entorno favorable para el crecimiento. Esta es su fundamental aportación. La declaración del gobernador se funda en una visión económica particular sobre los bancos centrales, que se impuso en los años ochenta y noventa del siglo pasado, cuando la mayoría de los bancos centrales del mundo se convirtieron en autónomos y se les asignó legalmente la función primordial de procurar estabilidad de precios. No es coincidencia que esta visión corresponda a la consolidación de la hegemonía económica y política del neoliberalismo.
Los cambios legales en los bancos centrales en estos veinte años finales del siglo XX, como señaló T. Palley ( Central bank Independence: a rigged debate based on false politics and economics) en una ponencia presentada en la UNAM a propósito del 25 aniversario de la autonomía del Banco de México, se fundamentaron en dos argumentos: los gobiernos son proclives a crear inflación y darle autonomía al banco central para que la combata es la solución. Ambos argumentos son incorrectos porque se basan en una visión económica y política falsas. La actual autonomía del banco central (BC) es producto de la teoría económica neoliberal y constituyó un importante avance en la institucionalización de los intereses de los neoliberales.
Es importante recordar que la racionalidad de la autonomía del BC deriva de la interpretación de la Escuela de Chicago, que enfatiza el concepto de fallas del estado. Para esta conocida corriente neoliberal, el gobierno usa la política para tratar de mejorar los resultados económicos, pero falla por incompetencia y por los propios intereses de los gobernantes y de la alta burocracia. Por ello, proponen la noción de un gobierno minimalista. Por supuesto, otorgar autonomía al BC nos una decisión técnica, sino es un asunto político: para los Chicago boys, los intereses oportunistas del gobierno son contrarios al interés de los ciudadanos. Independizar al BC implica, para ellos, aumentar el bienestar del público al restringir la proclividad del gobierno por altas inflaciones.
En realidad, esta autonomía más que ocuparse del bienestar público resulta del triunfo de un conflicto de clase. La autonomía resuelve un espacio central de toma de decisiones económicas a favor de los intereses del capital. Los mecanismos que utiliza son:
1) La autonomía puede entenderse como una especie de outsourcing (subcontratación) para resolver la política de tasas de interés. Un gobierno neoliberal aprueba un cierto grado de separación entre el gobierno y el BC, que facilita un cambio político que sustituye el compromiso de llevar a una sociedad al pleno empleo creando una óptica mediática que advierte que la política de tasas de interés es un asunto técnico y no una decisión política entre diferentes opciones.
2) La autonomía del BC puede facilitar institucionalmente la captura cognitiva por los intereses de los grupos financieros. La era de la autonomía es precisamente la era de la desregulación financiera y del rechazo a la regulación de la política monetaria.
3) La autonomía crea una especie de punto focal en el que los mercados pueden aprovecharse de la disciplina monetaria y de la política fiscal. En las economías emergentes como México, la autonomía envía una señal de buena administración pública a los mercados de capital. Cuestionar la autonomía puede ser rápidamente castigado por los mercados.
4) La autonomía genera un blindaje político para protegerse cuando elecciones democráticas producen cambios de gobierno.
¿Cómo salir de esta situación? Hay que reconocer que la autonomía es un punto focal de la disciplina del mercado. Pretender abandonarla será penalizado por los mercados. Por ello lo primero que debe hacerse es exponer la falsedad económica detrás de esa autonomía. Después es posible sustituir al equipo a cargo del BC, creando un nuevo liderazgo que tenga una visión económica contraria al neoliberalismo. Este punto implica reconocer que en economía hay diversas interpretaciones, que no existe el pensamiento económico único. Se trata de una batalla que es necesario dar. No aceptar como verdadero lo que es evidentemente falso.